Durante cuatro horas, el quirófano del King’s College Hospital de Londres fue también una sala de conciertos, pues Denise Bacon, de 65 años, tocó el clarinete mientras los cirujanos implantaban electrodos en su cerebro. No era una excentricidad médica, sino parte de una operación que buscaba aliviar los síntomas del Parkinson que la había obligado a abandonar su instrumento hacía cinco años.
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La escena fue cuidadosamente planificada: el neurocirujano Keyoumars Ashkan y su equipo le aplicaron anestesia local para adormecer el cuero cabelludo y el cráneo —el cerebro no tiene receptores del dolor—, de modo que pudiera permanecer consciente durante la cirugía. Mientras colocaban los electrodos en zonas profundas de su cerebro, Denise sostenía su clarinete y probaba las notas. Así podían observar, en tiempo real, los efectos del procedimiento sobre su movilidad.
El método, conocido como estimulación cerebral profunda (Deep Brain Stimulation, DBS), se utiliza en pacientes con trastornos del movimiento que no responden bien a los tratamientos convencionales. En el caso de Denise, la enfermedad había reducido su coordinación y provocado rigidez en sus manos, impidiéndole no solo caminar o nadar con fluidez, sino también ejecutar los pasajes de un instrumento que la acompañó durante décadas.
Cuando los cirujanos activaron la corriente eléctrica en el hemisferio izquierdo, sus dedos de la mano derecha respondieron con una agilidad que no había sentido en años. Repitieron el proceso del otro lado y la mejora fue inmediata. “Fue como si mis manos volvieran a ser mías”, contó después. Los especialistas confirmaron que el cambio era visible y audible: el sonido del clarinete, antes torpe y discontinuo, fluyó con precisión.
El profesor Ashkan explicó en un comunicado de prensa que el procedimiento requiere una precisión milimétrica: se perforaron pequeños orificios en el cráneo, de apenas la mitad del tamaño de una moneda de cinco peniques, guiados por coordenadas exactas que funcionan como un sistema de navegación dentro del cerebro. “Una vez los electrodos estuvieron en su lugar, la mejoría fue instantánea”, señaló.
Denise, retirada de su trabajo como terapeuta del lenguaje, había tocado en la East Grinstead Concert Band hasta que la enfermedad la obligó a retirarse. Ahora, con los electrodos conectados a un generador implantado en su pecho —un dispositivo recargable que puede durar hasta dos décadas—, su objetivo es volver a tocar. “Ya noto mejoras al caminar y espero poder volver a nadar y bailar”, aseguró después de la cirugía, mientras su testimonio, registrado por el equipo médico, simboliza lo que la neurociencia moderna busca: no solo prolongar la vida, sino devolverle sentido y movimiento.
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Preguntas sobre la nota:
- ¿Qué es la estimulación cerebral profunda (DBS)?
- Es un tratamiento que usa electrodos para enviar impulsos eléctricos al cerebro y mejorar el control motor.
- ¿Dónde ocurrió la cirugía de Denise Bacon?
- En el King’s College Hospital de Londres, uno de los centros más avanzados en neurocirugía del Reino Unido.
- ¿Puede este tratamiento curar el Parkinson?
- No lo cura, pero reduce los síntomas y mejora la calidad de vida en pacientes seleccionados.