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Los múltiples efectos del espacio: Así se recuperarán los dos astronautas que permanecieron 9 meses en la EEI

La estancia de los dos astronautas superó el tiempo estándar de seis meses en el espacio y ocupa el sexto lugar entre las misiones estadounidenses de mayor duración.

  • La astronauta Suni Williams en una camilla tras sentir los efectos de la gravedad en la Tierra. FOTO: NASA ASTRONAUTS
    La astronauta Suni Williams en una camilla tras sentir los efectos de la gravedad en la Tierra. FOTO: NASA ASTRONAUTS
20 de marzo de 2025
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Tras pasar 286 días en el espacio, en lugar de ocho como lo tenían previsto, los astronautas Butch Wilmore y Sunita “Suni” Williams, que se encontraban en la Estación Espacial Internacional (EEI), finalmente tocaron tierra firme tras amerizar en la costa de Florida, cerca de Tallahassee.

Ahora, enfrentan un extenso proceso de recuperación física y psicológica, después de estar nueve meses en microgravedad y aislamiento.

La permanencia prolongada en el espacio conlleva importantes alteraciones en el cuerpo humano. La microgravedad afecta los músculos y los huesos, provocando debilitamiento óseo y muscular, incluso cuando los astronautas siguen rigurosos entrenamientos diarios en la EEI.

Williams y Wilmore deberán someterse a un programa de rehabilitación de 45 días diseñado por la NASA en Houston para readaptarse a la gravedad terrestre.

Uno de los efectos más notorios en los astronautas es el llamado “pie de bebé”, una afección en la que la piel de la planta de los pies se vuelve extremadamente sensible debido a la falta de presión constante en el espacio.

El impacto psicológico: la otra batalla de los astronautas

También se conoció el impacto psicológico de esta prolongada misión. La familia de Williams reveló que la astronauta sufrió momentos de angustia durante su estancia en la EEI.

Su madre, Bonnie Pandya, señaló en una entrevista con la estación de noticias local WCNC de EE. UU. que Suni había considerado retirarse semanas antes de la misión, según resumió Daily Mail.

Su hermana, Dina Annad, compartió con la prensa detalles de un correo electrónico en el que Williams habría expresado su tristeza por la falta de contacto humano en el espacio: “Olvidas que en el espacio no te tomas de las manos ni abrazas a la gente”, escribió la astronauta.

El aislamiento y la lejanía de sus seres queridos fueron factores determinantes en su estado emocional. Para sobrellevar la situación, su familia se mantuvo en contacto constante a través de videollamadas, enviándole historias y mensajes de apoyo.

Su primo, Falguni Pandya, reveló que incluso organizaron reuniones virtuales para celebrar festividades y compartir momentos familiares con ella.

“La gente la ha visto dar discursos, la han visto hablar sobre temas intensos y sobre ciencia y todo eso, pero a ella realmente le gusta reír; encuentra alegría en las cosas más pequeñas hasta tal punto que sabes que es muy contagioso”, detalló Falguni a los medios. Además, reveló que la astronauta no podía esperar para ver a sus dos perros.

Los efectos del espacio en el cuerpo humano

Williams regresó con un aspecto frágil, con muñecas delgadas y un rostro visiblemente demacrado. Los médicos han señalado que esto podría ser signo de pérdida de masa muscular y densidad ósea, efectos comunes tras largas misiones en el espacio.

Para contrarrestar estos efectos, la NASA emplea terapias de rehabilitación especializadas, enfocadas en la recuperación del equilibrio, la movilidad y la hidratación.

A pesar de la atención mediática que recibió su misión, la estancia de nueve meses de Wilmore y Williams es “normal”, afirmó Rihana Bokhari, profesora adjunta del Centro de Medicina Espacial del Baylor College of Medicine.

Las misiones a la estación EEI suelen durar seis meses, pero algunos astronautas permanecen hasta un año y los investigadores confían en su capacidad para mantener la salud de los astronautas durante ese plazo.

La mayoría de las personas sabe que levantar pesas desarrolla músculos y fortalece los huesos, pero incluso los movimientos básicos en la Tierra resisten la gravedad, un elemento ausente en órbita.

Para contrarrestar esto, los astronautas utilizan tres máquinas de ejercicio dentro de la EI, incluyendo un aparato de resistencia instalado en 2009 que simula pesas libres mediante tubos de vacío y cables de volante.

Un entrenamiento diario de dos horas los mantiene en forma. “El mejor resultado para demostrar nuestra eficacia es que no tenemos problemas de fracturas en los astronautas cuando regresan a la Tierra”, aunque la pérdida ósea aún es detectable en las exploraciones, declaró Bokhari a la AFP.

La alteración del equilibrio corporal es otro problema, añadió Emmanuel Urquieta, vicepresidente de Medicina Aeroespacial de la Universidad de Florida Central.

“Esto les sucede a todos los astronautas, incluso a los que van al espacio apenas unos días”, declaró a la AFP, mientras trabajan para recuperar la confianza en su oído interno.

Los astronautas deben reentrenar sus cuerpos durante el programa de rehabilitación posterior a la misión de 45 días de la NASA.

Otro desafío es el “desplazamiento de fluidos”: la redistribución de fluidos corporales hacia la cabeza en microgravedad. Esto puede aumentar los niveles de calcio en la orina, y así el riesgo de cálculos renales.

Los desplazamientos de fluidos también podrían contribuir a un aumento de la presión intracraneal, alterando la forma del globo ocular y causando el síndrome neuroocular asociado a los vuelos espaciales (SANS), que produce una discapacidad visual de leve a moderada. Otra teoría sugiere que los niveles elevados de dióxido de carbono son la causa.

Pero en al menos un caso, los efectos han sido beneficiosos.

“Tuve un caso bastante grave de SANS. Cuando despegué, usaba gafas y lentes de contacto, pero debido al aplanamiento del globo, ahora tengo una visión de 20/15: la cirugía correctiva más cara posible. Gracias, contribuyentes”, dijo la astronauta de la NASA Jessica Meir antes del último lanzamiento.

Los niveles de radiación a bordo de la EEI son más altos que en la Tierra, ya que atraviesa el cinturón de radiación de Van Allen, pero el campo magnético terrestre aún proporciona una protección significativa.

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El blindaje es crucial, ya que la NASA busca limitar el riesgo de cáncer de los astronautas a lo largo de su vida a un 3%.

Sin embargo, las misiones a la Luna y Marte proporcionarán a los astronautas una exposición mucho mayor, explicó el astrofísico Siegfried Eggl.

Las futuras sondas espaciales podrían proporcionar cierta advertencia sobre eventos de alta radiación, como las eyecciones de masa coronal (nubes de plasma salidas del Sol), pero la radiación cósmica continúa siendo impredecible.

La futura producción de fármacos e incluso terapias génicas podrían mejorar las defensas del organismo contra la radiación espacial. “Hay mucha investigación en ese campo”, afirmó Urquieta.

Por lo tanto, según John Jaquish, ingeniero biomédico de Jaquish Biomedical, dijo a Daily Mail que ambos astronautas podrían tardarse hasta un año para su recuperación total.

Con información de AFP*

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