Si uno revisa la hoja de vida del colombiano David Arturo Montero se encuentra con un listado de reconocimientos que le permitieron salir de una zona que, como dice él, estuvo marcada por el conflicto: San José del Guaviare. Hoy es uno de los mejores científicos en Chile.
Antes de graduarse del Colegio Departamental de Bachillerato Santander, en 2002, llegaron sus primeros triunfos académicos: fue el mejor Icfes de su departamento. Además, logró cinco distinciones Andrés Bello por obtener los mejores puntajes en las áreas de matemáticas, química, historia, lenguaje e inglés.
En 2010 David se graduó de Biología de la Universidad del Cauca y al siguiente año se fue a estudiar la maestría en Microbiología en la Universidad de Chile, con crédito del Icetex.
“Ha sido un proceso de mucha perseverancia porque no es fácil estar solo en otro país, lejos de la familia y en una cultura nueva, pero siempre tuve muy claro los objetivos por los que llegué y hacia dónde quería ir”, cuenta Montero.
Un camino largo
En los últimos diez años, David ha investigado la bacteria Escherichia coli, que habita en el intestino de mamíferos (incluidos los humanos).
En este tiempo descubrió que algunas cepas de este microorganismo adquirieron genes que le permiten “colonizar mejor el intestino humano y causar enfermedades”. Es decir, identificó cómo la bacteria se adhiere a las células del intestino y sobrevive en este ambiente para causar enfermedades.
“En humanos causa cuadros de diarrea que pueden durar entre dos y tres días. Algunas cepas de esta bacteria producen una toxina llamada Shiga (E. coli productores de shiga toxina STEC) que a través del torrente sanguíneo llega a otros órganos distintos a los del sistema digestivo como los riñones o el sistema nervioso central, dañando los tejidos”, explica.
Además, esta toxina genera una serie de trastornos sanguíneos que resultan en la destrucción de los glóbulos rojos y en una disminución significativa de plaquetas.
Las STEC también causan brotes de gastroenteritis que tienen un alto impacto en la salud pública. En 2011, por ejemplo, en Europa se originó un brote de gastroenteritis causado por STEC que afectó a 13 países: se reportaron más de 4.000 casos clínicos, 54 muertes y pérdidas económicas por más de 200 millones de euros.