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Francisco, el hombre que pudo haber salvado su vida

  • Francisco Álvarez lleva 10 años como conductor autorizado para manejar las ambulancias de la Cruz Roja, seccional Antioquia. FOTO: CARLOS ALBERTO VELÁSQUEZ.
    Francisco Álvarez lleva 10 años como conductor autorizado para manejar las ambulancias de la Cruz Roja, seccional Antioquia. FOTO: CARLOS ALBERTO VELÁSQUEZ.
  • Foto: cortesía Marcela Restrepo
    Foto: cortesía Marcela Restrepo
30 de agosto de 2017
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#SeBuscaAFrancisco

Nombre: Francisco Javier Álvarez

Edad: 40 años

Pasión: proteger la vida

Frase: “Quisiera que mi hijo aprendiera de sus papás a ayudar sin esperar nada a cambio, porque la satisfacción para uno está en servir”.

Francisco, ¿cuántas vidas has salvado?

Él no tiene la respuesta, y se nota que no le ha preocupado contarlas, pero deben ser muchas.

A los 17 años, Francisco Álvarez prefirió convertirse en voluntario de la Cruz Roja que necear por las calles del barrio Santa Lucía, en el Occidente de Medellín, donde, a medida que iba creciendo, fue testigo de cómo algunos amigos y conocidos se metían con drogas y armas. Era plena década de los 80.

A él nunca le interesaron esas cosas, dice, pero tampoco era un muchacho al que le gustara estar encerrado o sin interés por el mundo. Los caminos eran pocos. Finalmente decidió vivir en el borde entre la vida y la muerte, pero atendiendo emergencias o previniéndolas.

Realizando su labor como voluntario, rápidamente supo cuál era su misión: proteger la vida. Esta es su vocación o, acaso, ¿qué trabajo haría usted, sagradamente unas diez o quince horas semanales, sin que le paguen un salario por ello? Pues Francisco lleva ya 23 años haciéndolo, más de la mitad de su existencia y con el firme compromiso de seguir.

Esta experiencia le ha ayudado a encontrar los que son ahora los pilares de su vida. Primero, definir su vocación lo llevó a estudiar para ser auxiliar de enfermería. “La medicina no me interesó porque lo que me gusta es estar en contacto con el paciente; uno está con él desde que llega al hospital hasta que se va ya mucho mejor, ve su evolución, conoce a su familia”, cuenta Francisco. También ha visto cómo la vida se va cuando “tiene que ser así”, y el entendimiento se convierte en otro regalo que le ha dado su profesión.

Uno de los momentos que más lo ha marcado como voluntario fue cuando atendió la emergencia que generó la explosión de un carro bomba en el Gaula de la Policía en 1999, cuando quedaba por la Avenida 80 con Calle Colombia, y muy cerca de una clínica de urgencias pediátricas. Estaba una tarde en su casa cuando oyó la explosión. No le quedó duda de que algo muy grave había sucedido. Se vistió con el uniforme de la Cruz Roja, se reportó como disponible, paró un taxi y las columnas de humo los llevaron hasta el lugar de la tragedia. Francisco recuerda la destrucción, cuerpos a pedazos esparcidos en la calle y, en medio de todo, que “el taxista vio que yo iba a ayudar y ni me cobró la carrera, tan bonito”.

Ese es Francisco Álvarez, quien además lleva 17 años como auxiliar de enfermería del Hospital Mental de Antioquia, nada fácil pero él tiene la calma y el dominio para hacerlo. “Uno allá trata casos de depresión, de anorexia, de esquizofrenia, de todo. No solo trabaja con personas que están aisladas, calladas, también hay personas que llegan con agresividad, en peligro, después de intentar suicidarse. Y es muy satisfactorio ver que muchos salen como todas unas damas o unos caballeros”, así habla de su trabajo diario.

Familia voluntaria

Hasta aquí, la vida como voluntario le ha dado convicción sobre su vocación y sabiduría para estar al filo entre la vida y la muerte, pero a esta historia aún le falta. Marcela Restrepo es su esposa desde hace diez años, la mamá de Miguel que ya tiene siete y, cómo no, su colega en la Cruz Roja.

Se conocieron hace 14 años en un clásico Medellín-Nacional, ella, quien también es auxiliar de enfermería, hacía parte de la tripulación de la ambulancia que conducía Francisco. No hubo emergencia ese día, solo un movimiento brusco del vehículo que hizo que Francisco la conociera enojada.

Días después, en otra misión, se volvieron a ver y Francisco, en otro acto de valor, le dio su teléfono a Marcela, “por si quería que siguiéramos hablando”, recuerda.

Foto: cortesía Marcela Restrepo
Foto: cortesía Marcela Restrepo

Ambos ya reportaron a sus coordinadores en la Cruz Roja horas disponibles para trabajar durante la visita del Papa Francisco a Medellín, hablan del evento con emoción, pues son una familia muy católica y como voluntarios trabajarán en el evento masivo más grande que ha tenido la ciudad. “Estos sí son gomosos”, dirá quien los oye, pero es que el voluntariado les ha dado casi todo.

Conozca aquí a otro Francisco: Francisco Núñez, el científico sin bata

Lo que dicen de él:

Érika Gallego Salazar, compañera de la Cruz Roja: “Es un buen padre, amigo y esposo. Es humilde, cariñoso y con un estilo de vida particular. Alegre, desinteresado, que da la vida por otros, pues es socorrista a pesar de sus jornadas de trabajo que son largas, para ayudar al que necesita”.

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#SeBuscaAFrancisco

Esta historia la encontramos a través de redes sociales. Los lunes y los jueves publicaremos una historia de un Francisco que nos hayan recomendado conocer.

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