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En 2022, el 99 % de la población mundial respiraba aire contaminado, según la ONU. Para un habitante citadino las causas son tangibles: largas filas de autos, trayectos cada vez más extensos y ciudades pensadas para el vehículo. Hasta 2020, ONU-Habitat estimaba que las urbes consumían el 78 % de la energía mundial y generaban más del 60 % de las emisiones de gases de efecto invernadero. Cifras que, aunque no sorprenden, sí preocupan.
Ante esto, han tomado fuerza ideas que replantean la relación entre las personas y su entorno, que buscan devolverle a la ciudad una escala humana. Una de ellas es la “ciudad de los 15 minutos”, un modelo que “procura que la mayor parte de actividades diarias puedan realizarse en un lapso corto (...) e, idealmente, sin necesidad de medios de transporte motorizados”, explica la urbanista Diana Álvarez Muñoz, docente investigadora de la Universidad Pontificia Bolivariana.
El concepto, formulado por el colombo-francés Carlos Moreno en la COP21 de 2015, ganó fuerza tras su implementación en París y hoy inspira transformaciones en distintas ciudades, incluso en algunos municipios de Antioquia.
En Medellín, estudios como TA Arquitectura y planeaciones municipales como la de Sabaneta han comenzado a incorporar sus principios, priorizando acciones como el reconocimiento de las dinámicas de sus habitantes y la ejecución basada en innovación, tecnología y liderazgo.
Para TA Arquitectura, el diseño parte del entendimiento del territorio para potenciar lo existente y promover espacios que dialoguen con quienes los habitan.
Un ejemplo es la renovación urbana de Currulao, en Turbo, donde TA Arquitectura convirtió un espacio en desuso en un punto de encuentro comunitario: “los niños salen a jugar, los colegios hacen allí sus clases, se realizan lecturas, eventos deportivos y hasta grados escolares”, cuenta Juan Sebastián Restrepo, cofundador.
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Su visión trasciende la “ciudad de 15 minutos” e integra conceptos como las “ciudades verde-azules” o las “ciudades esponja”, adaptadas según el contexto. “La arquitectura debe revisar las ciudades a futuro”, afirma. “En los 90 no tuvimos espacio público, la calle era mal vista. Ahora entendimos que es para habitar, y eso ya mejora la calidad de vida”.
El caso de Sabaneta
Con apenas 15 kilómetros cuadrados, menos del 60 % de suelo urbano y más de 100.000 habitantes, se proyecta hacia el modelo de ciudad de 15 minutos, lo que implica pasar de un municipio residencial a una ciudad de servicios, explica Javier Vega, secretario de Planeación. Entre los avances menciona la oferta de transporte público, cobertura educativa en todos los niveles, servicios de salud y una red de espacios deportivos, recreativos y gastronómicos distribuidos en las zonas norte, centro y sur.
La transformación, cuenta Vega, se apoya en tres pilares: liderazgo para ejecutar proyectos, tecnología para mejorar la conectividad e innovación para elevar la calidad de vida. No obstante, reconoce desafíos como la densidad poblacional, la gentrificación y los cambios culturales que exige una nueva forma de habitar.
Para Diana Álvarez, Medellín y Sabaneta aún están lejos de consolidarse como ciudades de 15 minutos, pues mantienen una zonificación tradicional que separa vivienda, trabajo y recreación. Sin embargo, considera que su tamaño les da ventaja hacia este concepto que es “una respuesta ideal a los grandes problemas urbanos de ambas ciudades”.