Entre 1905 y 2018 la población se multiplicó por 44, hoy Medellín supera los 2,6 millones de habitantes, según proyecciones del DANE. Tener más personas en una ciudad que decidió crecer hacia adentro implica un reto habitacional que cambia la arquitectura. Sin embargo, estos cambios también responden a razones más diversas.
Medellín ha sido protagonista de hitos históricos, luctuosos, transformacionales, innovaciones tecnológicas y una cultura transversal a todos los estratos socioeconómicos. Por eso, los cambios habitacionales caminan de la mano de la arquitectura, la historia y la cartografía.
Este es el recorrido para entenderla.
1791: Primera cartografía de la Villa
Para 1791 Medellín tenía 16.750 habitantes. La villa se construía alrededor de la quebrada Aná, hoy Santa Elena. Familias adineradas vivían en sectores como Prado y Bomboná, mientras conservaban casas recreativas en zonas rurales que ahora son barrios como Belén y El Poblado.
Según el arquitecto Juan Sebastián Restrepo, docente de la Universidad Santo Tomás y cofundador de TA Arquitectura, Prado se destacaba por su influencia europea. Un ejemplo es el Palacio Egipcio, construido por Fernando Estrada tras un viaje a ese país. “Se copian formas, sin apenas comprender su significado”, explica la arquitecta Nora Elena Mesa en su libro Medellín, construcción de ciudad y formas urbanas.
Al interior de las viviendas: el zaguán, patios internos, espacios independientes y habitaciones aglomeradas alrededor de las zonas comunes eran algunos elementos característicos de la arquitectura de la época. La Casa Barrientos es un patrimonio preservado de esta época, hoy biblioteca infantil.
1955: Se canaliza el Río Medellín
Los planes para canalizar el río cambiaron por completo el mapa, cuenta Restrepo. Mitigó el riesgo de inundaciones y permitió la expansión de barrios como Belén, El Poblado y Laureles, este último diseñado por Pedro Nel Gómez, donde aparecieron los primeros edificios de vivienda con amplios apartamentos.
A la par, las laderas se poblaron con personas desplazadas por la violencia rural. Nacieron barrios como Moravia, San Javier y Santo Domingo Savio. Las industrias también crearon barrios obreros como Carlos E. Restrepo y Nueva Villa del Aburrá.
Al interior de las viviendas: en las laderas las casas se construían, por mano propia, según los recursos y las necesidades. Los barrios obreros también eran considerados tugurios que reconstruyeron con el tiempo, mientras que la élite tenía una estructura más definida, según explica Paola Suárez, vicepresidenta de Mercadeo en Seguros Bolívar del ecosistema inmobiliario Ciencuadras: “en las viviendas antiguas predominaban los cuartos independientes, pasillos, ventanas más pequeñas, menor contacto con el exterior”.
1980: Los años de la violencia
La violencia del narcotráfico ocasionó miedo al espacio público. En 1991, Medellín fue la ciudad más violenta del mundo. Restrepo explica que esto llevó al auge de unidades cerradas como “una cabina para protegerse”, especialmente en El Poblado. Esta fórmula se replicó en toda la ciudad: la necesidad de seguridad y el crecimiento poblacional destruyeron construcciones antiguas para dar paso a urbanizaciones con normativas más flexibles y espacios más estrechos.
Al interior de las viviendas: lo que comenzó como un parqueadero y una zona verde en las unidades residenciales, ahora son amenities, una tendencia habitacional que llegó para quedarse. Según el informe de Ciencuadras 2024, más del 59 % de las búsquedas en vivienda incluyen características como parqueadero, balcón, piscina, zonas pet-friendly y gimnasio.
2004: la recuperación de Medellín
Tras la caída del cartel de Medellín, el espacio público cobró protagonismo con bibliotecas, escuelas de música, parques. En el Plan de Ordenamiento Territorial 2012-2015 se plantea la misión “Medellín crece hacia adentro”, que resignifica la relación entre espacio público y privado, “cuando el POT dice que crezcamos hacia adentro es que cuidemos las montañas y el espacio público con un elemento ordenador que es el cinturón verde y jardín circunvalar en la periferia”, expresa Margarita María Ángel, gerente de la Empresa de Desarrollo Urbano en una entrevista para Medellín Como Vamos en 2013.
Es entonces que el auge por los apartamentos incrementa y nacen las viviendas de interés social y prioritario (VIS y VIP). Y, por otro lado, muchas personas migraron al Oriente antioqueño en busca de una cotidianidad diferente a la urbana.
Al interior de las viviendas: según la Inmobiliaria Habitamos Propiedad Raiz, las casas antiguas se reforman para integrar las áreas sociales, también se habitan como coliving o se arriendan para actividad comercial. Por su parte, los apartamentos, ahora más reducidos, integran zonas como sala, comedor y cocina para maximizar la percepción de amplitud y funcionalidad.
2020: Pandemia por Covid-19
Después de más de un año de restricciones por la pandemia el hogar se convirtió para muchos en un espacio para el estudio, trabajo y descanso. Restrepo explica que no solo cambió la habitabilidad, sino que impulsó lo que ya se venía incorporando desde antes: “queremos diluir la diferencia entre lo público y privado”. Generar una mayor conexión con el espacio público a través de restaurantes o rooftops incorporados en los proyectos de vivienda. Como ejemplo, Restrepo destaca el Edificio Distrito Vera en Ciudad del Río.
Al interior de las viviendas: según Paola Suárez, se prefieren viviendas con grandes ventanales, terrazas y balcones para aprovechar la luz natural y generar conexión con el ambiente. Además, se valoran los escritorios y estudios incorporados, sistemas de aire eficientes y espacios verdes como zonas comunes, así como balcones y fachadas con vegetación.
Existen diversas miradas sobre la transformación habitacional de Medellín. El mismo Gonzalo Arango, escritor y poeta, exponía la dicotomía en sus prosas dedicadas a la ciudad “te despertaron a hachazos, te pusieron en camino hacia la grandeza. Debió ser brutal la sacudida [...] No olvides que antes que te descubrieran, eras el Paraíso”.