En la último estudio Gallup, realizado por Invamer y publicado por EL COLOMBIANO el mes pasado, la aprobación del gobierno del presidente Juan Manuel Santos, según los encuestados, se ubicó en un 34 por ciento.
Aunque creció en cinco puntos, con relación a la medición de septiembre de este año, varios expertos consideraron que su imagen repuntó muy poco, pues ya había pasado el anuncio de que había ganado el Premio Nobel de Paz, el pasado 7 de octubre.
La posibilidad de que la entrega del galardón cambie ese panorama no es clara. Lo que nadie discute es que Santos consolida su imagen internacional y recibe oxígeno para consolidar el proceso de paz con las Farc. La oposición reitera que no hubo un nuevo acuerdo y que se irrespetó el resultado del plebiscito.
Martín Orozco, gerente de Invamer, por ejemplo, dijo que no está seguro de que la entrega del Nobel mejore la favorabilidad del presidente. “Hay temas con percepción muy negativa en el país que afectan directamente a las personas. Hay que esperar si le puede ayudar, pero incluso es probable que lo que le iba a impulsar ya se haya percibido en la medición pasada”.
Andrés Dávila, director del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Javeriana, considera que el impacto principal fue el día del anuncio, que le dio aire a las negociaciones luego de la derrota del 2 de octubre y “para atenuar la arrogancia del uribismo y el No”.
Agregó que el galardón sirve ahora para presionar a la Corte Constitucional para que apruebe el fast track o vía rápida. “Por sí solo no da para impulsar mayor gobernabilidad en lo que le queda. Algo suma, claro. Pero no mucho”.
La oposición permanente del Centro Democrático y sectores conservadores, que solo tuvo tregua durante la renegociación, ha minimizado el impacto de este galardón, y por eso Liliana Gómez, docente del área de Comunicación Política de la Universidad Sergio Arboleda, cree que el mayor efecto es en la imagen internacional.
¿Mejorará gobernabilidad?
Sobre si el Nobel ayuda a unir el país y a que mejore la gobernabilidad del presidente, Gómez dice que es difícil, porque los líderes del No hoy solo piensan en la elección del 2018. “El nuevo respiro al acuerdo lo dará la Corte con la decisión sobre el fast track”.
Juan Ramón Martínez Vargas, profesor de Derecho Internacional de la Universidad del Rosario, afirma que el Nobel sí mejorará la imagen de Santos y marca un antes y un después en lo interno y en lo internacional, pues es uno de los premios más importantes que la civilidad ha construido.
“A quienes se les entrega este premio son personajes de odios y amores. Pese a la volatilidad de los índices de favorabilidad del Jefe de Estado, no implica unir al país, pero en medio de la implementación del fast track, puede generar buen ambiente en el legislativo y en su gobernabilidad”.
Otro de los posibles efectos es que los aplausos por el Nobel puedan distraer a la gente de los riesgos que los acuerdos comportan para la estabilidad política y económica del país, ni del impacto de la reforma tributaria. Así lo considera Juan David García, docente de Ciencia Política de la Universidad Pontificia Bolivariana.
Añadió que si bien significa la legitimación de los acuerdos, la imagen del presidente, su legitimidad como gobernante y la capacidad para enfrentar los problemas del país, no van a mejorar, pues “se desconoció la voluntad de la mayoría en el plebiscito, y los ciudadanos seguirán manifestando su rechazo y desconfianza hacia el Gobierno”.
“Santos usó mal el Nobel”
Para Carlos Holmes Trujillo, vocero del CD, este reconocimiento le dio capacidad al presidente para construir un acuerdo nacional de paz, sólido y duradero, pero que escogió el camino de concluir con un acuerdo débil e interino.
Según Rafael Guarín, exviceministro de Defensa, para más del 70 % de los colombianos que rechazan la gestión del presidente, el Nobel es un mal chiste. Agregó que el problema de legitimidad del Acuerdo con Farc, producto de desconocer el plebiscito y del incumplimiento de la promesa de refrendación popular, no lo resuelve un Nobel.
