La caída prolongada que registran los ingresos de exportación de casi todos los países en la región a raíz de la fuerte disminución de los precios de las materias primas en los últimos dos años, las dificultades que enfrentan las economías industrializadas y la fuerte desaceleración de la demanda de productos básicos de China; son las causas de los desequilibrios que hoy registran la mayoría de las economías latinoamericanas. Esto se está viendo reflejado en una profunda crisis de crecimiento, elevados déficit fiscal y en cuenta corriente, riesgos inflacionarios y desempleo.
América Latina pasó del auge y las bonanzas con estabilidad de la primera parte de este nuevo siglo, a la época de vacas flacas, recesión y riesgos sociales. Los buenos resultados macroeconómicos en algunos países, entre ellos Colombia, no se aprovecharon para encontrar nuevas fuentes de crecimiento que permitieran reducir la alta dependencia a los ingresos provenientes de las materias primas. Hoy, ante la escasez de divisas y la caída de la renta petrolera, los tiempos de crisis se prolongan, razón por la cual urge de parte de las autoridades imaginación y buen criterio para el manejo de la política económica, no solo para frenar los desequilibrios sino también para impulsar un mayor gasto público que estimule la inversión y no la corrupción.
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