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Una propuesta polémica

El presidente Iván Duque centró su discurso ante el pleno de las Naciones Unidas en las fallas del multilateralismo en el manejo de la pandemia y lanzó dos propuestas para aliviar el déficit fiscal por la crisis de la pandemia. Son bien intencionadas, pero no parecen del todo viables.

22 de septiembre de 2021
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Infográfico
Una propuesta polémica

El presidente Iván Duque aprovechó su última intervención como mandatario de los colombianos ante la Asamblea General de las Naciones Unidas para cuestionar la inequidad del sistema internacional que se ha hecho evidente en la distribución de las vacunas contra el covid-19 y pidió fortalecer la cooperación global en esta materia. “Las brechas existentes entre las naciones, respecto al proceso de vacunación, son inauditas”, dijo.

Pero el jefe de Estado colombiano también hizo un llamado para que se establezcan nuevos criterios de medición fiscal durante la etapa de la reactivación económica. Dijo el presidente, con razón, que muchos de los países emergentes aumentaron su endeudamiento y su déficit fiscal para poder atender la pandemia. Muchos no han empezado todavía a tramitar las reformas fiscales (tributarias) necesarias para pagar los gastos de la emergencia y hoy son evaluados por calificadoras de riesgo con ojos y criterios prepandémicos. Frente a esta realidad propuso un consenso mundial, liderado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los bancos multilaterales de desarrollo, que establezca criterios de riesgo mínimo fiscal. De lo contrario, advirtió, ante la demanda por endeudamiento y un aumento generalizado de costos de capital, podría precipitarse, en el corto plazo, una crisis de la deuda que traería mayores retrocesos y efectos recesivos globales.

Si lo que quiso decir Duque es que al subir la deuda —lo que será inevitable— los países no sean castigados con una disminución en la calificación, en la práctica eso no es viable. La preocupación del presidente es entendible, pero la propuesta, irrealizable. La mayoría de los flujos de capital son privados y van a los países porque están seguros de que les van a pagar los dineros prestados. En el momento en que haya dudas se retiran o no llegan. Si no existieran las odiadas calificadoras de riesgo, estos inversionistas tendrían que crear sus propios sistemas de información o no irían a los países. ¿Cómo hacer para que las calificadoras dejen de respirar en la nuca? La verdad, no se ha encontrado la fórmula. Tal vez sea más factible buscar recursos dados, es decir, plata regalada para atender los efectos de la pandemia, y el escenario para esa petición podría ser el G20, donde se deberían de tomar decisiones de apoyar a los países que han sufrido más por la pandemia.

En este mismo orden de ideas, pero centrándose ahora en la crisis climática, el presidente Iván Duque propuso a la comunidad mundial que, por un periodo de tiempo y también con el apoyo del FMI, se establezca una regla a partir de la cual todos los gastos e inversiones de acción climática estructural puedan situarse por fuera de la línea tradicional de medición del déficit fiscal. Agregó que estas herramientas, al igual que los alivios y las condonaciones de deuda multilateral, frente a logros concretos en materia de acción climática, deben aplicarse cuanto antes y sin condiciones. El limitado espacio fiscal, caso colombiano, resultado del impacto de la pandemia, se convertirá en un obstáculo para cumplir las metas de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero, nuevamente, hay que decir que esto solo se resuelve con plata regalada y el escenario para esto será Glasgow, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2021 (COP26).

En síntesis, la solución frente a los retos de la reactivación y la atención a los estragos que ha dejado la pandemia no está en crear nuevas reglas fiscales, porque el problema no es contable. Si no hay plata, hay que buscarla prestada y ni la deuda ni el déficit se pueden tapar. A no ser que alguien regale la plata, no se va a poder evitar que suba el endeudamiento. Bienvenida la colaboración mundial, pero debería pensarse en otros mecanismos

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