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El inicio de año 2021 se dio en medio de una gran incertidumbre. Dos eventos de diferente origen pusieron al mundo en ascuas. El primero fue el violento y antidemocrático asalto al Capitolio en Estados Unidos y el segundo el imparable ascenso de los contagios del Covid-19, con un elevado saldo de muertes en todo el mundo.
Hay una gran discusión sobre los efectos del primer evento. Algunos analistas plantean que la democracia estadounidense está seriamente afectada y eso va a tener repercusiones en el futuro de esa nación. Para otros, como Moisés Naim, la democracia saldrá fortalecida. Lo que resulta paradójico, es que, en el muy corto plazo, no se sintieron efectos significativos en los mercados ante el lamentable episodio. Las bolsas apenas reaccionaron y se mantuvieron estables, a la espera del impacto real en la credibilidad política y económica en el país, y confiados en que el triunfo demócrata en el estado de Georgia dará más manejo al gobierno entrante.
En contraste, aumenta la preocupación por los efectos que sobre la recuperación de las economías tenga el segundo aire que está teniendo la pandemia en todo el mundo, una vez acontecidas las fiestas de fin de año. La situación llevó a que Europa y Japón se volvieran a confinar y a que el Reino Unido entrara en cuarentena generalizada. Al tiempo que el aumento de los contagios hace prever que otros países vuelvan a imponer restricciones sanitarias estrictas.
Claro está, la situación es diferente a la que se tenía a comienzos del año pasado. Hoy hay esperanza en que se pueda alcanzar la inmunidad colectiva con el uso de las vacunas. Día tras día se conocen los resultados exitosos de los esfuerzos emprendidos para producir una vacuna contra la enfermedad.
Muchos países ya emprendieron sus campañas de inmunización con las vacunas disponibles, aunque en algunas partes no con la velocidad que se requiere. La capacidad logística es limitada, sobre todo porque muchas de las vacunas requieren conservación en temperaturas muy bajas y también porque escasea el personal entrenado para aplicarlas.
En esas condiciones los analistas coinciden en que la recuperación mundial depende de la situación sanitaria y en que la vacuna es la solución, ya que es el mejor plan de recuperación posible porque permite que la confianza de los hogares y de las empresas se afiance. De hecho, en el último diagnóstico disponible sobre la economía mundial publicado en diciembre por la OCDE, se plantean tres escenarios: uno central, uno más optimista y otro pesimista. La diferencia entre uno y otro la hace la forma en que se resuelva la situación sanitaria con la aplicación más o menos rápida de la vacuna.
Así las cosas, si bien los próximos meses serán complicados porque habrá todavía restricciones antes de que se alcance la inmunidad colectiva, en todo el caso el 2021 puede ser un año de recuperación. Habrá que prolongar los planes de apoyo para asegurar la permanencia de las empresas y la reactivación del empleo y los gobiernos deberán invertir para atenuar los daños provocados por la pandemia.
La incógnita que persiste es hasta cuándo se podrán mantener los apoyos gubernamentales, ya que al retirarlos es posible que muchas empresas alrededor del mundo entren en quiebra y eso tenga un impacto apreciable en los balances del sistema financiero, el cual hasta el momento se ha mostrado sólido frente a la crisis. Amanecerá y veremos