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El uso de migrantes como armas políticas

Bielorrusia crea un conflicto migratorio artificial para tratar de darle un golpe al corazón de la Unión Europea y poner en entredicho sus principios de solidaridad y acogida. El dictador Lukashenko de manera cruel explota la necesidad de miles de inmigrantes intentando que retiren las sanciones a su país.

20 de noviembre de 2021
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Por estos días hemos visto y leído noticias que llegan desde la frontera entre Bielorrusia y Polonia que lastiman la mirada. La última dictadura que queda en Europa, presidida por Alexander Lukashenko, está convirtiendo a miles de inmigrantes en armas políticas que lanza sin ningún escrúpulo contra la Unión Europea (UE). Se trata de una suerte de guerra de baja intensidad con nuevas reglas geoestratégicas, capaz de hacerle mucho daño a la democracia.

El ataque de Lukashenko va dirigido hacia esa Unión Europea que lo presiona mediante sanciones para que deje el poder tras 27 años de férrea dictadura. Todo comenzó en agosto del año pasado, cuando Estados Unidos y la UE se negaron a reconocer los resultados de las elecciones bielorrusas, plagadas de arrestos ilegales a los opositores, represión y amaños de toda índole. Nada que no hayamos visto en la reciente historia de varios países latinoamericanos que sufren en estos momentos el peso de dictadorzuelos que dicen ser elegidos y sostenidos libremente por el pueblo.

Lukashenko trasladó hacia Kuznica, punto estratégico en la frontera con Polonia, a miles de desplazados kurdos iraquíes que huyen del conflicto en su país.

Utilizando todo el peso de la propaganda, Lukashenko reparte imágenes de cientos de familias iraquíes que duermen a la intemperie en condiciones de frío intenso de un lado de la frontera, mientras cientos de soldados polacos, del otro lado, custodian, implacables, e impiden el paso. De esta forma pretende dar la imagen de una Europa insensible que no acoge a los más necesitados. Pero esconde la verdad de la utilización de personas, a quienes mediante engaños ha hecho llegar hasta allí prometiéndoles que van a poder cruzar, explotando su desesperación, ofreciéndoles transporte, papeles falsos y hasta túneles subterráneos para que puedan pasar al otro lado.

El objetivo del dictador es crear un conflicto migratorio artificial que desestabilice la región, lo que configura un nuevo tipo de agresión para el cual la UE tendrá que prepararse adecuadamente.

Y, en medio de toda esta confusión, emerge de entre las sombras la figura de Vladimir Putin. Rusia le ofrece a Bielorrusia apoyo político y económico, pues la frontera entre este país, Lituania y Polonia es un lugar de paso clave para los intereses de los rusos en Europa. Se trata de la frontera oriental de la UE y de la zona Schengen. Si alguien pensaba que la Guerra Fría había terminado, aquí tiene un reflejo de ese legado.

Pero todo parece indicar que a Lukashenko le ha salido el tiro por la culata. Su intención de dividir ha conseguido el efecto contrario. Polonia vive una ola de nacionalismo patrio que se ha extendido por toda la Unión Europea. Ha sido tan claro el uso y la manipulación de los inmigrantes por parte de Bielorrusia que, si en octubre se pensaba que no querían crear un muro que separara las fronteras porque iba en contra de los valores europeos de acogida y solidaridad, ahora lo reclaman con el fin de proteger sus intereses.

Sin embargo, no deja de ser preocupante la perspectiva que plantea este desafío. El tema de los migrantes se ha convertido en una realidad muy compleja para el mundo. Y en este caso en particular se añade el engaño, el sufrimiento y todos los padecimientos a los que se ven expuestos miles de seres humanos que lo que quieren es encontrar un futuro mejor en Europa, lejos de los conflictos que se viven en sus países. La Unión Europea, aunque les ofrezca la posibilidad de asilo, tendrá que encontrar salidas creativas para que no haya un flujo incontrolado de inmigrantes. Este es solo el inicio de una serie de ataques que seguirán intentando menoscabar el poder de la UE en la geopolítica internacional  

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