viernes
3 y 2
3 y 2
La reglamentación e implementación total del Plan de Ordenamiento Territorial para Medellín, aprobado desde 2014, es una prioridad para que pueda arrancar el desarrollo de la ciudad concebida en ese instrumento rector. Si el POT sigue atrasándose, proyectos esenciales en áreas estratégicas se verán frenados y esta urbe, tan dinámica y explosiva, estará expuesta a la no unificación de sus políticas de diseño urbano y a un desfase entre viejas y nuevas concepciones respecto de sus trazados y protocolos de construcción pública y privada.
Aunque hay avances, también se descubren vacíos, asuntos pendientes que demandan reglas de juego urgentes para lo que será la articulación de Medellín con el Valle de Aburrá y con el resto de Antioquia, con base en obras como las vías 4G y el ferrocarril. Pero también porque el POT es el que da claridad al modelo de ciudad sostenible y decididamente entroncada con el entorno natural y tejida desde dentro como un espacio capaz de autorregularse y generar condiciones favorables a la calidad de vida de los ciudadanos y de los demás individuos vivos que la ocupan.
Diferentes expertos y actores del desarrollo urbano consultados por este diario coinciden en que si se atranca la reglamentación del POT, se atranca el desarrollo urbano. Ese plan rector es fundamental a la hora de definir los macroproyectos para la Medellín de los próximos 10 años. Sin el mismo, estamos en un limbo entre las normas del POT de 2006 y estas trazadas al 2027.
Ello sin contar con que esas inconsistencias y vacíos legales se prestan para usos y obras, privadas y públicas, que pueden romper con esa normativa urbanística futura y que es esencial para ir sacando a Medellín de la informalidad y el desorden que imperaron, por ejemplo, en los cinturones de invasión de los setenta y ochenta, que hoy ya son barrios consolidados.
Están en juego transversalidades como Santa Elena y La Iguaná, a las que cruzan túneles y rutas estratégicas de conexión con los valles de San Nicolás y El Tonusco y regiones de interacción permanente con el Aburrá como el Oriente y el Occidente de Antioquia. Hay mucho en juego.
Si bien este POT incluye herramientas novedosas que incluso a nivel nacional no están desarrolladas y reguladas, y aunque desde el Departamento de Planeación de la ciudad se anuncia que en 2019 habrá licenciamientos con base en el POT, con la expectativa de que el Plan quede casi listo este año, hay que llamar al liderazgo político del gabinete municipal para que se finiquiten los detalles y puntos restantes cuanto antes.
Una ciudad como Medellín, que ha venido liderando procesos de renovación e innovación social y urbana, no puede permitirse un trámite del POT ya cercano a los cinco años. Los expertos observan que en las ciudades de vanguardia se trata de procesos lentos y pacientes, pero también advierten que ha faltado más intensidad y capacidad de gestión.
El POT es además clave para que se ejerzan control y vigilancia de los estándares urbanísticos de la nueva Medellín. Es desde el Plan que se envía un mensaje de gobernanza y de direccionamiento a todos los actores de los procesos de construcción de la urbe compacta y bien trazada, amable y respetuosa del medio ambiente, que debe ser Medellín. Así que manos a la obra. La ciudad espera tener lo más pronto posible su gran carta de navegación.