La Reunión 48 del Foro Económico Mundial (FEM) que se llevó a cabo en Davos (Suiza) bajo el lema “Actuando juntos en un mundo fracturado”, tuvo como propósito reunir a un conjunto de líderes globales para “desarrollar una narrativa compartida para mejorar el estado del mundo”.
Según el profesor Klaus Schwab, fundador y director ejecutivo del FEM, luego de “un periodo relativamente largo de paz y prosperidad sin precedentes y dos décadas de creciente integración, apertura e inclusión”, ahora el péndulo se mueve hacia “la fragmentación, el nacionalismo y el conflicto”.
En particular, el profesor Schwab señala que el nuevo orden mundial se ha fracturado de varios modos.
Entre ellos se destacan el rompimiento de “ambiciosos acuerdos comerciales multilaterales”. Por su parte, la actitud asumida por algunas naciones frente al pacto sobre el cambio climático de París afecta la cooperación global.
Así mismo, los movimientos separatistas toman fuerza en la medida en que las comunidades buscan restablecer una sensación de control. Finalmente, hay naciones influyentes que tienen el propósito de “impulsar el interés nacional por sobre todas las cosas”.
Como lo reconoce el director del Foro, el sistema económico ha llevado a la concentración de la riqueza y la apertura del comercio ha impactado negativamente la vida de muchas personas. Así mismo, la afectación del ambiente tiene en riesgo la sostenibilidad del planeta.
En fin, “el contrato social implícito que ha regido la vida de muchos países está afectado”, haciendo que las bases de las relaciones sociales planetarias estén bajo una fuerte tensión.
Por tanto, para el señor Schwab, los esfuerzos colaborativos de los diversos actores deben, basados en un nuevo contrato social que ponga al ser humano en el centro del mismo, garantizarles a los habitantes del planeta un mejor futuro.
En las intervenciones de los distintos líderes globales no solo se reconocieron las fallas, las limitaciones y las oportunidades de la globalización, sino que hubo llamados a rectificar el camino y a la necesidad de una acción coordinada entre las diversas naciones.
Por ejemplo, la canciller de Alemania, Angela Merkel, destacó la importancia del multilateralismo y la necesidad de la cooperación “con nuestros vecinos, necesitamos buenos acuerdos, acuerdos válidos”.
A su vez, el papa Francisco indicó que “es un imperativo moral” crear las condiciones adecuadas para permitir que todas las personas vivan de manera digna.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, afirmó, luego de señalar que con Alemania se busca refundar a Europa, que si no se le da sentido a la globalización “entonces tendremos que ver las consecuencias del aumento del populismo y los nacionalismos”.
Por su parte, en un aparente tono conciliador, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reiteró su posición de que “siempre pondré a América primero” y señaló que, aunque apoya el libre comercio, este “debe ser justo y recíproco”. No obstante, reitera la prevalencia de los acuerdos bilaterales sobre los multilaterales.
Considera, además, que la seguridad debe ir de la mano de la prosperidad y que la inmigración es una cuestión de seguridad nacional y económica.
En un ambiente de euforia generalizada por el impulso inusitado de la economía mundial, pareciera que los llamados de algunos líderes a la reconstrucción colaborativa de las bases del progreso global no calan tan fuerte en algunos actores claves. Ojalá que esto no sea motivo de lamentos en un futuro próximo.