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Benedetti, en el octavo círculo

En el octavo círculo de La Divina Comedia caen los señalados de corrupción, los manipuladores, los sembradores de discordia. Es el reino del cinismo convertido en estrategia.

hace 20 horas
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  • Benedetti, en el octavo círculo

Nunca antes Colombia había tenido que soportar tal degradación del debate público entre miembros del gobierno de turno como el bochornoso espectáculo de los últimos tres días.

Pensábamos que la grosería en el gobierno de Gustavo Petro había llegado a su punto más alto con los insultos de un viceministro contra la hija del mandatario, pero nos equivocamos. Resultó que ese era solo el abrebocas de lo que nos esperaba: el ministro del Interior, Armando Benedetti, convirtió su cuenta de X en un botafuegos de agravios sin control: “criminal”, “lavaperros”, “payaso”, “acomplejado”, “mediocre”, “farsante”, “inepto” y “rufián” son algunos de los epítetos que ha usado para referirse a colegas de gabinete.

Todo comenzó el jueves en la mañana: de la nada Angie Rodríguez, directora del Dapre, mano derecha del presidente Petro, convocó a una rueda de prensa para atacar a Carlos Carrillo, director de la Unidad de Riesgos (UNGRD) y quien había estado encargado del Fondo de Adaptación. “Es una vergüenza”, dijo Rodríguez.

Este tipo de fuego amigo resulta insólito hasta para este Macondo en el que Petro ha convertido su gobierno. El arte de gobernar no consiste en que la administración haga shows mediáticos con denuncias de sí misma sino que resuelva los problemas. Un presidente serio habría llamado la atención a Carrillo por esos contratos con cero ejecución, pero lo habría hecho mucho antes y no un año después con el ánimo de provocar un impacto mediático en su contra.

Es probable que el ministro Benedetti le haya pedido a Angie Rodríguez dar ese golpe. A Benedetti le sirve esta especie de purga para poner en la picota pública a Carrillo luego de que también el senador Julio Elías lo ha zarandeado en el Congreso. ¿Tendrá razón Carrillo al decir que todo tiene que ver con el entramado del condenado Ñoño Elías, hermano del mencionado senador, y quien ha sido por muchos años aliado político de Benedetti?.

No sobra recordar que tanto la UNGRD como el Fondo de Adaptación tienen plata pública prácticamente a la mano (sin tener que pasar por los requisitos de Ley 80 para su contratación) que es vista como la más apetitosa para los politiqueros en época electoral. El propio Carrillo denunció que el Gobierno convirtió al Fondo Adaptación en “un fortín político”.

Así pues, Carrillo denuncia a Benedetti de corrupción y Benedetti a su vez lo cataloga de ineficiente. Y la tragedia para el país es que es probable que los dos tengan razón.

La otra pelea de Benedetti surgió de una entrevista de Daniel Samper Ospina al exdirector de la Dian, Luis Carlos Reyes. A una serie de preguntas de si creía que miembros del Gobierno, como el ministro Benedetti, y familiares del presidente Petro trataron de hacer ‘torcidos’ con alias ‘Papá Pitufo’, Reyes contestó que sí.

Se activó automáticamente el engranaje de ataques del Gobierno, empezando con el propio presidente Petro –“Reyes debe explicar por qué lo saqué de la DIAN”– y Benedetti acusó a Reyes de pertenecer a una “organización criminal” sin presentar una sola prueba. Reyes publicó chats en los que Benedetti le indicaba a quién poner en puestos claves de la Dian en Barranquilla y Cartagena.

En ambos casos Benedetti recurre al mismo modus operandi: usa las redes sociales como arma de calumnia, descalificación y amenazas contra quienes no le copian. Y lo hace confiado en que el ejército digital, que el Gobierno ha creado con recursos públicos, lo apoya.

No se puede perder de vista que Armando Benedetti se ha convertido en el todopoderoso del gobierno Petro luego de que él mismo filtró unos audios a la prensa en los que amenazaba con revelar anomalías por “15.000 millones de pesos” de la financiación de su campaña. Parece estar jugando el papel de un Richelieu o de un Montesinos, que concentraron el poder del Estado más por los secretos que tenían de los gobernantes de turno, que por sus propios méritos.

Sus ataques de los últimos días han expuesto una peligrosa vocación de abuso del poder. Un cierto espíritu de matoneo político que se ha tomado la Casa de Nariño.

Y Benedetti, así como está envuelto en múltiples escándalos y señalado por su cercanía con esquemas de corrupción política, no solo actúa en nombre propio: es una apuesta directa del presidente Petro. El mandatario ha tolerado —y en la práctica protegido— a quien bien podría ser considerado el ministro del Interior más oscuro de la historia reciente de Colombia.

En La Divina Comedia, Dante imagina el infierno como una caída progresiva. Mientras más consciente y calculado es el daño, más profundo es el abismo.

El sexto círculo castiga la herejía: a quienes, desde el poder rompen con los principios que decían defender. El séptimo está reservado para la violencia, no solo la física, sino la ejercida contra las bases morales que sostienen la convivencia. El octavo círculo es el infierno del fraude. Allí caen los señalados de corrupción, los manipuladores, los sembradores de discordia. Es el reino del cinismo convertido en estrategia. Por momentos pareciera que el país, durante este gobierno, estuviera ya en este nivel.

Más abajo está el noveno círculo, el peor de todos, donde van los traidores –a la familia, a la patria, a los aliados, a los benefactores–. Es el castigo para quienes, con plena conciencia, destruyen lo que los sostuvo.

Si Benedetti continúa usando el chantaje como lenguaje y la amenaza como escudo puede terminar allí, en el de los que no solo se hunden, sino que se llevan todo por delante.

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