Los cazatalentos están en vía de extinción. Internet, las redes sociales, los conciertos virtuales y la gran cantidad de propuestas dispersas por el universo digital agotaron una labor que era fundamental para las nuevas canciones, discos y figuras de la música mundial.
¿Se imaginan cómo era en la época preinternet? Un tipo, escondido, perdido entre el público, observando atentamente un show, buscando pacientemente una canción que le salvara la noche o una agrupación que le cambiara la vida. Cientos de noches, de silencio en medio del alboroto, y luego, al final, al encontrar la banda, el o la cantante, la guitarra inolvidable, debía buscarlos, tentarlos a lanzarse al vacío con su gestión, proyectar sus canciones en disqueras, en la radio y, al final, en el mejor de los casos, verlos triunfar.
Extraño trabajo si pensamos nuestra vida actual. Pero sí, existieron y eran tan importantes como los lanzadiscos, como los artistas y como el público. En Colombia no tuvimos uno de ellos, sino varios, y hoy quiero destacar el trabajo de tres: Guillermo Hinestroza, Carlos Pinzón y Alfonso Lizarazo (en la foto, estos dos últimos con Germán Castro Caicedo)
Juntos, en nuestro país, hicieron realidad una gran catapulta artística que llevó por nombre El Club del Clan, influenciado por un programa de televisión argentino de la década de 1960, que reunió a un grupo de artistas pop que cantaban en español, algo que no era muy normal en ese momento por la gran invasión británica, la fuerza de Tennessee y la popularidad de figuras como The Beatles y Elvis Presley. Este programa en su versión argentina tuvo una gran difusión popular y lanzó al estrellato figuras musicales juveniles como Palito Ortega, Violeta Rivas, Johnny Tedesco, Raúl Lavié, Lalo Fransen y Chico Novarro.
En Colombia tuvo el mismo efecto, El Club del Clan forjó los gustos y el consumo de los jóvenes y construyó una generación de artistas inolvidables dentro de la nueva ola y posterior rocanrol. Este encuentro artístico empezó en 1966 como espacio radial en Radio Todelar bajo el nombre de “Sus primeros Aplausos”. Al pasar a la TV y por sugerencia del dúo Los Caminantes, integrado por Carlos Alberto “Beto” Donoso y Eduardo “Lucero” Villafane, procedentes de Argentina, se cambia el nombre y recibe la influencia sureña y así nace El Club del Clan. El programa de televisión era simplemente el complemento al radial, pues conservaba el formato de nuevas figuras y estas se intercambiaban saliendo en ambos medios de comunicación.
Mariluz, Ana y Jaime, Rodolfo Aicardi, Claudia de Colombia, Billy Pontony, Juan Nicolás Estela, Cristhoper, Vicky, Oscar Golden, Los Flippers, The Speakers, Jimmy Tovar, Lyda Zamora, Los Yetis, entre muchos otros, pisaron un escenario, grabaron un disco, sonaron en una radio (Radio Quince) o aparecieron en la pantalla de muchos televisores colombianos gracias a esos tres personajes, a esos tres caza talentos heroicos, visionarios y eternos, que llenaron de sentido, crítica y futuro el sonido de nuestra música colombiana.
El Club del Clan se mantuvo hasta 1969 emitiéndose cuatro veces a la semana, siendo presentado por los hermanos Eduardo y Álvaro Sarmiento, y en esos años de desarrollo, logró construir una escena musical, una oportunidad de difusión nacional para muchos artistas, y la necesidad de consumo de parte de fanáticos dispersos por todo el país. Fue una linda época musical que muchos extrañan y a muchos otros como yo, nos hubiera encantado vivir.