En tiempos de confinamiento la oferta de series parece escasa aunque los títulos se acumulen en listas interminables, nutridas semana a semana por una industria del entretenimiento que al parecer encontró, sin compartirlo con el resto del mundo, el modo de evitar la cuarentena y mantener los motores en marcha. Parece escasa porque uno quisiera una producción a la medida de la incertidumbre y el miedo y la paranoia y el dolor que abundan por estos días. Que cada título ayudara a entender o a evadirse, que llamara a la acción y atizara el pensamiento; alguno que cobijara con imágenes de consuelo y otro que estuviera preñado de discursos incendiarios para sembrar el ánimo de resistencia. Si el sucesivo ensamblaje de reuniones y citas y correos y clases virtuales que impone el telebrabajo lo permitiera, podría poblarse un día con series y libros y películas que ayudaran a estar menos solos a los que viven solos, menos confundidos a los que todavía no entienden ni creen lo que está sucediendo, menos angustiados a quienes ya escuchan cómo la enfermedad toca la puerta de sus vecinos. En una bitácora de aislamiento que me ha servido para navegar estos días de transformación he incluido títulos que mezclan lo fantástico con lo terrorífico, lo irónico con lo visceral, lo tierno con lo despiadado, lo cruel con lo esperanzador:
Steven Spielberg lanzó de nuevo su franquicia de Historias Asombrosas. La serie original se estrenó en 1985 y a lo largo de 45 episodios presentó tramas que saltaban entre géneros, desde el terror y la aventura, hasta lo fantástico y la ciencia ficción. El reboot estrenado este año en la plataforma Apple TV+ mantiene la línea temática en las tramas que indagan sobre la posibilidad de viajar en el tiempo, la vida después de la muerte o una inteligencia extraterrestre superior que se mueve hace décadas entre nosotros. Las tramas fantásticas presentan realidades alternativas con sucesos terribles o maravillosos cuya probabilidad queda muy difícil descartar después de lo que hemos visto este año.
Otra serie que incluyo con gusto en esta bitácora es Servant, también presente en Apple TV+. Esta trama se sostiene sobre los cimientos de un horror psicológico estimulante y progresivo repartido por dosis justas en episodios muy bien narrados que apenas duran 30 minutos. Una niñera llega a la casa de una pareja neoyorquina para cuidar a su bebé recién nacido. El primer golpe escabroso ocurre cuando nos damos cuenta de que el bebé es un muñeco con el que la pareja sustituyó a su verdadero hijo, fallecido con apenas pocas semanas. A partir de esta situación extraña de desencadenan una serie de misterios que rodean a la niñera recién llegada. Durante la primera temporada no se resuelven del todo los enigmas, solo quedan alusiones a misterios mayores, trazos de argumentos futuros más oscuros que el actual, en los cuales quizás la antigua pugna entre lo demoníaco y lo divino adquiera matices impensados y nuevos ángeles caídos reclamen la soberanía sobre la tierra.
Tendría que equilibrar lo fantástico y lo espantoso en esta bitácora con una serie que hunda sus raíces en la realidad y para eso está Succession, el drama de HBO que se ha llevado los premios más importantes de la industria. Es una saga familiar al estilo de Dallas (1978) pero sin la atmósfera de culebrón aristocrático. La familia Roy es propietaria de un imperio mediático que los ubica en la cúspide del poder y la riqueza. Los hijos intentan derrocar al patriarca. Sus enemigos aprovechan el caos fraternal. Los sobrevuelan buitres que quieren robar migajas de ese oro y todo está narrado con un tono paródico que muestra la estupidez rampante en las esferas del poder y el descaro al que pueden llegar quienes creen que en el mundo tienen la sartén por el mango.