Hay que destacar una apertura de la administración para hacer cambios entre lo que fue el anteproyecto y el proyecto de acuerdo del Plan de Desarrollo, una disposición para modificar aspectos críticos, empezando por los diagnósticos, unas metas más ambiciosas y eso es muy positivo.
Es importante hablar del modelo de ciudad, porque es preocupante que transporte y movilidad aparezcan en segundo lugar (y con fuentes alternativas) con más del 20 % del total de recursos de inversión.
El modelo de movilidad en la ciudad no cambia mucho en relación con los anteriores periodos y ya vemos lo que está ocurriendo, que pese a nueva infraestructura, siguen los problemas de movilidad en sitios críticos; incluso, en términos de accidentalidad y mortalidad no mejoramos lo suficiente. La movilidad sostenible no es tan clara en este Plan de Desarrollo y hay unos cuantiosos recursos que se proyecta invertir ahí.
Otra preocupación es que no está claro en ningún indicador transversal del Plan cómo y cuánto se van a reducir las brechas socio-económicas.
Por último, la ciudad tiene retos importantes en educación, más en calidad que en cobertura, y no se evidencia una apuesta más contundente en términos presupuestales para un sector vital para el crecimiento y del desarrollo de la ciudad.