Ojalá haya prontos y saludables acuerdos entre los voceros del Sí y los representantes del NO, y ello dé lugar sin dilaciones a los ajustes y reformas que se están reclamando de los Acuerdos de La Habana. Pero lo dudo, porque en la mesa de discusiones en Bogotá, donde se habla con cordialidad y se debaten respetables argumentos, no existen puntos de convergencia sobre los dos aspectos sobresalientes de la negociación con la guerrilla –Justicia Transicional y participación política–, y porque si lograran ponerse de acuerdo habría que ir a conversar sobre dicho convenio con la comisión negociadora de las Farc en Cuba y conseguir que los acepten.
Insisto, con mayor claridad: las Farc no son una guerrilla derrotada y nunca habrá negociación si a sus jefes se les manda a la cárcel y se les prohíbe hacer política. Recuerdo que hace 50 años comenzó este sangriento y costoso “tierrero” precisamente porque a los jefes de los sectores inconformes y opositores se les negó el derecho de participar en política, pues no eran ni liberales ni conservadores.
¿Será que esos guerrilleros van a cumplir? Sí, van a cumplir, y debemos ayudar para que se vinculen a la vida civil y democrática. No es fácil, lo reconozco, pero no hay otra salida. Lo mismo tocará hacer con el ELN para poder tener paz. (Colprensa).