Las instituciones en Estados Unidos son muy sólidas, no es un país donde pueda llegar un presidente a hacer lo que le dé la gana. No sería como la llegada de un Hugo Chávez a Venezuela, donde la economía toda depende de una sola empresa estatal. Lo que hay que tener en cuenta en este caso es que Donald Trump, si gana la Presidencia, llegaría con más fuerza que Hillary Clinton, porque contaría con mayorías en el Congreso: con toda seguridad en la Cámara de Representantes, y muy posiblemente en el Senado. Aparte de eso, podrá llenar con un republicano la vacante que hay en la Corte Suprema.
Si triunfa Hillary, tendrá la Cámara de Representantes y el Senado en contra, además de la mayoría de gobernadores de los Estados. Le bloquearían sus iniciativas y nombramientos cruciales como los de los jueces de la Corte Suprema.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que el Partido Republicano tampoco le va a avalar a Trump todo lo que se le ocurra. El apoyo no será irrestricto y en muchas cosas le podría poner talanqueras. Allá los partidos son muy fuertes, tienen una tradición y una organización muy sólidas, y es Trump el que tiene que ajustarse a las disposiciones de su partido, no al revés. Tiene que ganarse, además, al establecimiento del Partido Republicano que no lo ha acompañado.
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