Dos años han pasado desde la mal denominada “contingencia” de la central hidroeléctrica Hidroituango en su etapa de construcción. Hoy, cuando debía estar generando casi la mitad de su capacidad instalada, lanza por el vertedero cientos de miles de metros cúbicos, equivalentes a billones de pesos, debido al error cometido al no disponer de las compuertas de cierre de los túneles de desviación diseñadas y por el colapso del túnel auxiliar de desviación (GAD), nunca previsto en el diseño, pero hecho sin las especificaciones técnicas necesarias. A esto le siguió una debacle atribuida a la llamada ingeniería “ del desespero”, laxitud en las especificaciones y el desvío del Cauca por casa de máquinas, lo que originó oquedales en las tuberías de conducción y daños en su interior, todo un desafío para la ingeniería que espera ponerlo a generar en 2021. No obstante los incontrovertibles hechos, muchas son las lecciones y aprendizajes que dejan tanto los errores cometidos como la tragedia del Cauca aguas abajo, los cuales han puesto en entredicho las licencias ambientales para otros desarrollos en el país. Confiamos en que los más de $5 billones de sobrecosto estimado se vean recompensados en su producción de energía y que la economía no se afecte por el vacío que deja en el plan de expansión del sector.
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