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Columnistas | PUBLICADO EL 01 abril 2021

Una Mirada a Venezuela

Por Rodrigo Botero Montoyaredaccion@elcolombiano.com.co

El deterioro de la situación venezolana está teniendo repercusiones más allá de las fronteras de la nación vecina. La aparente consolidación de un régimen dictatorial y represiva en Suramérica tiene implicaciones relevantes para la actualidad interamericana. Cada uno de los gobiernos de este hemisferio ha tenido que decidir entre las alternativas de considerar que Nicolás Maduro representa a un gobierno legítimo o a un régimen de-facto. La respectiva determinación conlleva consideraciones tanto internas como geopolíticas. La asociación del régimen venezolano con China, Irán y Rusia es algo que concierne en primer lugar al gobierno de Estados Unidos, pero también a otros gobiernos de la región.

El descalabro económico y social venezolano también está teniendo repercusiones externas. La combinación de una caída de los precios del petróleo y de la disminución de la producción de crudo a 380.000 barriles diarios condujeron a una fuerte reducción de los ingresos externos. Se estima que en el año 2020 el valor de las remesas, una cifra del orden de US$5.000 millones, era comparable con el valor de las exportaciones de petróleo. El PIB de Venezuela se redujo en algo más del 15% el año pasado. Con relación al año 2013, el PIB de Venezuela ha tenido una caída de 75%. En el 2020, la inflación, medida por el índice de precios al consumidor, llegó a una cifra superior al 2.500% anual. La contracción de la economía condujo a acentuar la pobreza, condición en la cual se encuentra la mayoría de los hogares.

La imposición del Socialismo del Siglo XXI como parte de la Revolución Bolivariana ha convertido a la emigración en una constante de la actualidad venezolana. Durante los últimos veintidós años ha habido varias etapas de emigración. La primera etapa, que podría llamarse fuga de cerebros, estaba conformada por científicos, académicos y profesionales especializados, con alta aceptación internacional. La segunda etapa, de clase media alta, constituida por inversionistas, administradores de empresas, industriales, técnicos petroleros y expertos en finanzas, ha sido acogida con facilidad en los países receptores. Una tercera etapa estaría constituida por familias de clase media, que emigran en búsqueda de un mejor futuro para sus hijos, así las perspectivas laborales de los padres fueran menos brillantes. La cuarta etapa, constituida por personas poco calificadas, huyendo de la pobreza, la crisis de la salud y la inseguridad, encuentra dificultades laborales en los países receptores, que pueden dar lugar a manifestaciones de xenofobia.

Se proyecta que al finalizar este año habrían emigrado siete millones de personas, cifra cercana al 23% de la población del país. La emigración venezolana es la segunda más alta del mundo, superada solamente por la de Siria, un país en guerra.

La falta de una alternativa política viable ha llevado a algunos sectores de la sociedad civil a tener que entenderse con el actual gobierno. Pero a mediano plazo, la mejoría en las perspectivas económicas y sociales de Venezuela presupone hacer una transición exitosa hacia un régimen de plenas libertades democráticas

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