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A pocos días de que empiece a correr el último año de su mandato, Gustavo Petro enfrenta otra crisis en su gabinete, por el que han pasado más de cincuenta ministros, contando el reciente ingreso de Eduardo Montealegre en la Cartera de Justicia, y más de cien viceministros. Esta vez, quien sale es Laura Sarabia, la más cercana de sus funcionarios, de quien Álvaro Leyva afirmó haberse “acercado al abismo de su alma”, y de la que Francia Márquez se quejó públicamente por su insolencia; pero Petro la ha defendido a capa y espada, sosteniéndola en el poder a pesar de los escándalos en los que ha estado involucrada.
El más conocido, pero no peor y más oscuro que los demás, es el relacionado con las interceptaciones ilegales a su exempleada Marelbys Meza, sometida ilícitamente a la prueba de polígrafo por la pérdida de un alta suma de dinero en su residencia, de cuyo origen y monto no se han tenido las claridades suficientes.
Aunque aún no ha sido imputada por su eventual responsabilidad en este hecho, el escándalo ya suma el “suicidio” de un Coronel de la Policía, previo a declarar sobre lo sucedido con la señora Marelbys; la investigación a 11 funcionarios de Medicina Legal por la alteración de evidencia de lo que apunta más bien a un asesinato; la condena a 10 años de un Intendente y una Patrullera que aceptaron su responsabilidad, y la expulsión de los Estados Unidos del Coronel Carlos Feria, designado por Petro como Agregado Policial en Washington, el pasado 5 de mayo.
Pero a Laura Sarabia no solo le llegará el momento para que responda judicialmente por las vejaciones hacia su exempleada; más temprano que tarde, tendrá que rendir cuentas ante la justicia por su conocimiento y eventual participación en la financiación ilegal de la campaña presidencial de su Jefe. De ello dan sobrada cuenta los grotescos audios de sus conversaciones con Benedetti.
De ahí que su designación como Ministra de Relaciones Exteriores, más allá de su inexperiencia y falta de experticia, hubiera suscitado no solo el asombro de propios y extraños, sino el rechazo de académicos y exdiplomáticos, que le pidieron infructuosamente a Petro reconsiderarlo. Tras anunciar su renuncia “irrevocable” al cargo, y su supuesta salida definitiva del gobierno por diferencias de criterio sobre el tema de la expedición de los pasaportes con el nuevo Jefe de Gabinete, Sarabia pretende posar ahora como la gran ejecutiva que no es o como la implacable funcionaria que antepone sus intereses y privilegios por el bien general.
Amanecerá y veremos si la renuncia de la Canciller no es otro distractor del ruido que no ha podido aplacar Petro por cuenta de su extraño viaje a Manta, al parecer a entrevistarse con alias ‘Fito’, el más peligroso delincuente ecuatoriano, recientemente capturado mientras solicitaba del gobierno colombiano sus “buenos oficios” para ser garante de su supuesta entrega a la justicia.
Esperemos que Laura responda ante la justicia y que los colombianos despertemos de lo que parece ser una ceguera colectiva, en la cual, de escándalo en escándalo, continúa avanzando a la destrucción del País por parte del Gobierno Petro.
