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Columnistas | PUBLICADO EL 06 septiembre 2022

Uigures: el mundo se cruza de brazos

Lo señalado por Naciones Unidas configura la detención más grande y sistemática de minorías étnicas y religiosas desde el Holocausto. El mundo no puede quedarse de brazos cruzados.

Por Beatriz de Majo - beatrizdemajo@gmail.com

En octubre del año 2009, una bien orquestada presión del gobierno chino impidió el financiamiento internacional del documental The 10 Conditions of Love. La pieza fílmica de una hora de duración revelaba los esfuerzos de una líder uigur para ayudar a su pueblo a resistir los atropellos del gobierno chino. Rebiya Kadeer había logrado desatar la furia de Pekín. Ningún promotor enfrentó las amenazas chinas y fue así como la película no fue aceptada en ningún festival. Apenas fue posible organizar un par de presentaciones informales en Taiwán, ahogando con ello esta valiente iniciativa de dar a conocer al mundo los desmanes que allí se perpetraban.

Casi tres lustros después, la tónica sigue siendo la misma. China defiende su derecho a hacer lo que a bien le venga en gana dentro de lo que considera su territorio y ha conseguido poner de su lado a más de 40 países para presionar a la alta comisionada de Naciones Unidas para los derechos humanos a que no publique su informe sobre la situación de la minoría musulmana uigur en China. Zhan Jun, embajador representante de Pekín ante el organismo mundial, se adelantó a expresar el desacuerdo de su país con el reporte antes incluso de que el mismo hubiera sido formalmente publicado.

Sin embargo, Michelle Bachelet puso en la calle su reporte y con ello cerró con broche de oro su gestión en la comisión. El informe ha sido redactado de manera objetiva e independiente sobre la base de evidencias gráficas, denuncias, imágenes satelitales, testimonios de afectados directos por la represión que ha adquirido una dramática flagrancia y que ha revestido formas inimaginables de violaciones de derechos humanos. La propia Bachellet pudo comprobar presencialmente las aseveraciones de un reporte que acusa claramente a Xi Jinping de violador de derechos humanos en una escala inimaginable. Asesinatos, desplazamientos forzados, confiscación de tierras, campos de adoctrinamiento forzado, formas espantosas de intimidación y de represión se han utilizado: torturas, violaciones, esterilización de mujeres en comunidades enteras, fragmentación de familias.

Ningún gobierno de los 31 países islámicos del planeta, salvo Turquía, se ha movilizado hasta el presente desde 2014. Ni tan siquiera por solidaridad con esta minoría, desde ninguno de ellos se ha pedido explicaciones al gobierno en Pekín.

Los abusos van a continuar, de eso no cabe duda, pero este reporte no puede pasar a la Historia como un tibio reclamo más mientras en el interior de China todo se está preparando para extender el mandato del líder Xi, protagonista principal de este vergonzoso genocidio. Ha llegado la hora de que el apoyo internacional a la comunidad Uigur adquiera otro tono y una definitiva contundencia. Hasta el presente ni las sanciones formuladas por países de occidente ni el boicot organizado en contra de los Juegos Olímpicos de Invierno en China han podido generar la más mínima reacción a favor de esta etnia. Peor aún,¡la Corte Penal Internacional en 2020 se negó a emprender acciones de investigación contra China por considerar que no tiene jurisdicción en ese país sobre la mayoría de los presuntos crímenes!

Lo señalado por Naciones Unidas configura la detención más grande y sistemática de minorías étnicas y religiosas desde el Holocausto. No puede el mundo quedarse de brazos cruzados 

Beatriz de Majo

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