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Todas nosotras

¿Era justo invisibilizar dos mil identidades femeninas solamente para que los dos señores (uno de dudosa existencia) se sintieran a gusto? ¿Por qué las mujeres estamos obligadas a identificarnos con el masculino y los hombres no con el femenino?

16 de julio de 2023
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  • Todas nosotras

Por Sara Jaramillo Klinkert - @sarimillo

Lo que más me impresionó cuando conocí a mi profesor de filosofía no fue el hecho de que tartamudeara, ni mucho menos la irritación que exhibió en la primera clase. Recuerdo que, en un momento dado y sin ninguna causa externa que lo exaltara, pegó un grito, golpeó la mesa con el puño y se quedó hiperventilando por unos segundos en los que mis compañeros y yo alcanzamos a pensar que iba a desplomarse. Pero insisto: eso no fue lo más impresionante. A mí, de verdad, lo que me impactó fue que, un hombre heterosexual como él, hablara siempre en femenino inclusivo. Decía, por ejemplo: «Si todas nosotras estamos de acuerdo hacemos tal cosa». O: «Si todas nosotras queremos hacemos tal otra». Más tarde me enteré de dos datos clave que me permitieron entender su comportamiento. El primero era que estaba dejando de fumar y el síndrome de abstinencia lo tenía tan irritable que no se soportaba ni a sí mismo. El segundo era que jamás hablaba en masculino cuando la mayoría de sus alumnas eran mujeres.

No les miento si les digo que, clase tras clase, esa insistencia con el femenino inclusivo, al principio, me sonaba extraña. Estudié en uno de esos absurdos colegios sólo de mujeres, pero el día en que iba algún sacerdote siempre hablaba en masculino sin que a absolutamente a ninguna de nosotras le pareciera extraño. Decía: «Todos nosotros alabemos al señor» aunque éramos dos mil mujeres y un solo hombre, bueno, y el otro al que había supuestamente que adorar. ¿Era justo invisibilizar dos mil identidades femeninas solamente para que los dos señores (uno de dudosa existencia) se sintieran a gusto? ¿Por qué las mujeres estamos obligadas a identificarnos con el masculino y los hombres no con el femenino?

Lo anormal no es que se hable en masculino, lo anormal es que las mujeres estemos tan acostumbradas que no nos importe. Cuando adquirí consciencia de que el idioma es tan solo otra arma con la cual se ha invisibilizado a las mujeres, descubrí algo aún más anormal y es que, sabiéndolo, no me atrevo a cambiar mi propia forma de hablar. Acabo de terminar un curso en donde tuve catorce alumnas mujeres y un solo hombre. Fantaseé todo el tiempo con hablar en femenino y nunca me atreví por puro miedo a que ese único alumno se sintiera incómodo y excluido. ¿Por qué yo tengo miedo de ser excluyente? ¿Y por qué los hombres nunca tienen ese miedo? Estoy segura de que, salvo mi profesor de filosofía, casi ninguno ha reflexionado al respecto.

Otro ejemplo. Hace poco mandé a marcar una taza para regalarle a mis amigas escritoras. Dice: «Por favor no moleste a la escritora, ella podría incluirlo en su novela y matarlo». Resulta que por esos días un amigo muy querido publicó un libro y quise regalarle la taza, pero no me atreví porque el mensaje estaba en femenino. Ahora pensemos al revés: si el mensaje estuviera en masculino, yo habría recibido feliz esa taza sin cuestionar nada.

No sé cuál es la solución porque, la verdad, me irrita mucho el todas, todos y todes. Mientras tanto, voy a intentar hablar en femenino solamente para que los hombres se hagan el favor de entender la cuestión que planteo.

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