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Según la OCDE, Colombia es el cuarto país de dicha Organización con mayor proporción de jóvenes que no están ni trabajando, ni estudiando, ni formándose para el trabajo (23,6%).
Por Mauricio Perfetti Del Corral - mauricioperfetti@gmail.com
El Dane publicó recientemente los resultados de mercado laboral correspondientes al pasado mes de mayo. De acuerdo con su Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH), el desempleo se situó en 9.0%, la tasa de ocupación se mantiene alrededor del 58,0% y la informalidad al 55,1%. Sin embargo, las ramas de la construcción y la industria manufacturera continúan perdiendo empleo. Subsisten además amplias diferencias regionales en términos de desempleo e informalidad y ésta es quizás una de las distorsiones más grandes del mercado laboral colombiano: la diferencia entre la ciudad de mayor y menor tasa de desempleo (Quibdó 29,8% y Bucaramanga 7,4%) así como de tasa de informalidad (Sincelejo 68,6% y Bogotá 36,6%) es de 22,4 pp y 32,0 pp respectivamente. Es necesario insistir en que cerca de 13 millones de personas trabajan en la informalidad; esta es una cifra que debería preocupar al gobierno que ganó las elecciones invocando el cambio.
Según la OCDE, Colombia es el cuarto país de dicha Organización con mayor proporción de jóvenes que no están ni trabajando, ni estudiando, ni formándose para el trabajo (23,6%), situándose por encima de países como Perú, Brasil, Méjico, Grecia y Chile entre otros. La pregunta obvia que surge es ¿por qué disminuye el desempleo a pesar de unos deficientes indicadores económicos (crecimiento moderado y baja inversión, tasa de interés alta asociada al elevado déficit fiscal, al crecimiento de la deuda externa y el riesgo país)? Desde el mercado laboral pueden señalarse varias explicaciones: i) la población inactiva, es decir aquella que se dedica principalmente a estudiar o a las actividades del hogar, ha crecido durante varios meses de este año lo cual incide directamente en una reducción de la participación laboral y por esta vía, favorece una reducción en la tasa de desempleo; ii) una mayor ocupación de los cuenta propia, los cuales son principalmente informales (cerca del 86.0%); en mayo estos contribuyen 1,6 veces más a la ocupación total (y aumentan 152,0% en términos absolutos) que los obreros o trabajadores particulares; iii) la migración de colombianos al exterior, planteamiento de Jorge Restrepo, profesor de la Universidad Javeriana y director del CERAC, quien afirma que “si ese 4,0% de la población económicamente activa, que está ocupada después de emigrar, estuviera buscando empleo en el país, la tasa de desempleo sería superior al 13,0% y no inferior al 10,0%”; y finalmente, iv) el aumento en el gasto público que se traduce en mayor empleo en la administración pública, particularmente en contratos por prestación de servicios. Dados estos factores, es muy probable que no se puedan mantener tasas de desempleo por debajo del 10.0% en el mediano plazo.
Las persistentes pérdidas de empleo en construcción e industria, además de las transformaciones digitales que están haciendo las empresas, parecieran estar reacomodando la absorción de empleo del aparato productivo hacia las alternativas de cuenta propia e informalidad. Vaya contradicción, lo que jalona los recientes resultados de menores tasas de desempleo es la mayor ocupación de cuenta propia e informales y estos son precisamente los grandes olvidados en la reforma laboral del gobierno del cambio.