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Columnistas | PUBLICADO EL 25 enero 2022

Sociedades
sin consciencia

Por juan camilo quintero juanquinterocti@gmail.com

Estaba anunciado: la exponenciación de la tecnología llegaría a tal punto que la misma sociedad no sería capaz de adoptar muchos de los desarrollos emergentes, no solo para operar ciertas tecnologías, sino, más preocupante, para entender dichas implicaciones en nuestra sociedad. Sin temor a equivocaciones, se puede afirmar que entre más avanza la capacidad de procesamiento de las máquinas, las sociedades más pierden su privacidad y autonomía. Todo esto con el agravante de que el Estado no es capaz de moverse a la misma velocidad para regular estos avances. Hay también un desentendimiento de los riesgos y amenazas que puedan generar las tecnologías emergentes. Temas como AirBnB, criptomonedas, por solo dar un par de ejemplos, siguen navegando en el ecosistema digital sin una regulación clara y no hay, al menos en Colombia, líderes que propongan discusiones y busquen regulaciones que, más que limitar el crecimiento, revisen los riesgos y planteen reglas de juego claras para todos.

La tecnología seguirá avanzando, a pesar de que no la comprendamos; la seguiremos adoptando sin entender las implicaciones y cada vez todo esto será más difícil de entender para las personas del común. Hoy el negocio es entregar servicios “gratuitos” a cambio de acceder a tus gustos, comportamientos e inclinaciones; en otras palabras, nos regalan aplicaciones, pero se adueñan de nosotros y de nuestros hábitos, lo cual es siempre, un poco, negociar con el diablo.

El metaverso es la punta de lanza de todas estas tendencias: a hoy parece ser el avance, el siguiente paso para lo que ya habían abonado las redes sociales y la inteligencia artificial. Ahora nos vende un mundo paralelo y virtual en el cual podremos llevar una suerte de segunda vida. Algo parecido a lo que ocurría en la película Total Recall, basada, además, en un cuento de Philip K. Dick. Nos proponen tener esta otra vida y en ella incluso comprar cosas que ya tenemos en el mundo real. Lo paradójico es que el juego de la vida virtual, que nos arrollará y del cual dependeremos, se convertirá en una tendencia pesada que no cambiará y sobre la cual rodarán nuestras vidas.

En una breve vigilancia tecnológica realizada pudimos observar qué está patentando la compañía que lidera Mark Zuckerberg para poder seguir desarrollando el metaverso; en mi opinión, no solamente es alucinante, sino tenebroso. Temas como “sistemas de asistencia para autocompletar por entrada de gestos”, “reconocimiento de voz”... Es decir, medirán el tono de tu voz, parpadeos, posición de la boca, dilatación de la pupila, gesto de la cara, etc., lo que será codificado por una pantalla y micrófono, luego el dispositivo electrónico leerá y censará tus comportamientos, posibles sentimientos. Con esta información, te conectarán a un mundo de consumismo virtual en el que se te ofertará un sin número de posibles soluciones a tus sentimientos y aspiraciones. Es decir, nos venden un mundo virtual, pero también, por anticipado, nos venden las necesidades que tendremos en él. El mundo de Orwell en su plenitud.

Estamos perdiendo la consciencia, nos estamos convirtiendo en autómatas gobernados por la tecnología que nos vende vidas perfectas e irreales. Se necesita de más líderes, padres de familia que abran los ojos a nuestros hijos sobre la importancia de las humanidades, los libros, las relaciones presenciales, el disfrute de la vida humana. Al final, es lo único que nunca podrán tener las máquinas 

Juan Camilo Quintero

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