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Estación verticalización, a la que llegan los que buscan exclusividad entre muchos iguales y endeudados (la idea es ascender de clase a partir del sitio de la vivienda); los que compran una casa vieja y usando el área elevan una construcción que en un mismo punto multiplicará el consumo de energía y agua y la producción de basuras; los que de un barrio de invasión donde tenían algún cultivo (yerbas aromáticas, una mata de plátano, alguna de café) pasan a un edificio con apartamentos de menos de cuarenta metros cuadrados para acomodarse allí como puedan; los que ven cubrirse el paisaje con estructuras de hormigón, cemento Porter, acero y vidrio; los que de pagar arriendo pasan a pagar administración y a discutir con la junta del inmueble; los que adquieren el piso, pero deben parquear en la calle. En fin, en la medida en que subimos o nos suben, la ciudad se va densificando y, en esta densidad, no cabemos, nos neurotizamos y vivimos el confinamiento intensivo del que habla Konrad Lorenz, que es algo como vivir en una colmena, pero sin producir miel, sino problemas de convivencia y contaminación.
Es claro que las ciudades crecen, sea de manera natural (índices de natalidad), sea por la gente que llega y busca un espacio en ella (las ciudades en Colombia crecieron debido a desplazamientos rurales). Pero, para resolver estos crecimientos (que son geométricos), el espacio urbano debe responder con condiciones debidas de agua, energía, vías, espacios previamente urbanizados para los flujos públicos y tierra disponible para construir en ella. Una ciudad es una planeación ordenada y, como decía Martin Heidegger, antes de hacer viviendas es necesario que la gente sepa en qué consiste el habitar y entienda bien lo que es el valor del cielo, la utilidad de la tierra y la necesidad de intimidad.
Es claro que la escuela de Chicago, que es la que seguimos, encontró en la verticalización una solución a la vivienda y el trabajo en espacios reducidos, pero no tuvo en cuenta la densificación que se crearía cuando los habitantes bajaran a la calle como peatones, conductores o comerciantes informales. Le Corbusier propuso que cinco casas horizontales se podrían convertir en un edificio de cinco plantas, aprovechando así el espacio libre de cuatro para hacer un parque y un punto de encuentro, pero pocos le hicieron caso. Y no hacer caso implica que Madrid, Hong Kong, Barcelona, Medellín (entre otras) se hayan verticalizado a un ritmo tal que, si decidimos bajar al mismo tiempo al suelo real, nadie cabría. Y a la par, todos habitando un lugar privado reducido.
Acotación: Al Estado le interesa que el predial se multiplique verticalizado y a los constructores que les den espacio-oportunidad. Pero si la ciudad se llena (todo espacio tiene límites), hay que construir otra y no reventar la que tenemos junto con el ciudadano.