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El pueblo germánico de los Vándalos saqueó y destruyó a Roma en el año 455, quedando su nombre unido al concepto de destrucción. Esta columna no se dirige a aquellos vándalos bandoleros que se dedican a hacer daño a las personas y a las cosas, pues serán otros los que deben estudiar su comportamiento, razones y sanciones. Como estos, han existido muchos a lo largo de la historia, como el revolucionario francés Jean Leclerc (1771-1796), fundador del grupo de los Enragés –los enfurecidos– quienes, haciendo honor a su nombre, destruyeron lo que pudieron.
En la búsqueda de soluciones a lo que ocurre y va a seguir ocurriendo, parece conveniente considerar que además de esos vándalos bandoleros, existen unos vándalos accidentales, aquellos que en un momento de sus vidas, por situaciones límite, terminan causando daño y que, por su accionar ocasional, merecen ser considerados, ayudados y entendidos –sin acritud en el corazón–, considerando las realidades del nuevo país que dejará atrás a aquellos que se aferran a ese mundo deshilachado que se deshace, pues hoy no vivimos un afán, sino una verdadera crisis.
Al respecto, el filósofo Byung-Chul Han en su libro “La expulsión de lo distinto”, afirma: 1. “Alexander Rüstov, quien acuñó el concepto de neoliberalismo, constató que si la sociedad se encomienda únicamente a la ley mercantil neoliberal se deshumaniza cada vez más y genera convulsiones sociales”; y 2: “Los terroristas habitan en lo imaginario, porque la realidad, que está hecha de discriminación y desesperanza, ya no merece la pena ser vivida”.
Probablemente, la salida a la pesadilla actual y a la distopía futura, debe empezar por crear puestos de trabajo. El profesor alemán Klaus Henning publicó en el 2014 el libro “El arte de las pequeñas soluciones”, en el que resalta la importancia de resolver situaciones complejas, inicialmente, con pequeñas soluciones. Siguiendo esta idea, en el momento actual, se podría ensayar una construcción masiva de andenes y obras conexas, pues, no solo su ejecución es sencilla y es intensiva en mano de obra, sino porque además, con esos andenes, se prepara el camino de la ciudad que debe venir, en la cual, como bien lo dice el profesor Memo Ángel: “Hay que priorizar al peatón que accede al transporte no contaminante porque saldrá de su casa y caminará para llegar a la estación”.
Finalmente, lo que está ocurriendo, ha mostrado la diversidad de lo regional y su poder, hecho que de por sí, justificaría el revivir la idea de una Colombia federal