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Columnistas | PUBLICADO EL 26 noviembre 2021

Propósito superior

Por Agostinho J. Almeida@Agos_Almeida

Encontrar propósito en la vida, trabajo, etc., esa intención, resolución o determinación que nos mueve es fundamental. Pero hablemos no de cualquier tipo de propósito, sino de lo que muchas personas y organizaciones llaman un propósito superior. A nivel personal, podemos encontrarlo en nuestra familia, amigos, creencias personales y religiosas, aficiones, entre otros temas que nos impulsan. A nivel organizacional, debe estar vinculado con su definición estratégica y la forma en que genera y captura valor para todos los grupos de interés; de hecho, es una de las formas principales para conectar a las personas a nivel emocional, mental y físico al quehacer y aspiración de la organización. Lo que ha venido demostrándose, contrariamente al modus operandi de las compañías del siglo XX, es que para tener ese sentido de pertenencia, dedicación y dar lo mejor de uno mismo —la milla extra— es crucial conectar a las personas a un propósito superior potente.

La definición de propósito empresarial ha sido asociada a empresas muy exitosas a nivel global, y un componente clave para su negocio y el desarrollo de su reputación. No es el único elemento, pero sí es un ingrediente clave para su vigencia futura. Por otro lado, para la atracción, desarrollo y conversión del talento humano, ya es una prioridad para muchas compañías ser capaz de definir y comunicar esa aspiración estratégica. Más aún en un mundo tan cambiante y donde incluso la modalidad de contratación está moviéndose. Un informe reciente de Gartner (una empresa consultora norteamericana líder en temas de investigación de las tecnologías de la información y comunicaciones) afirmaba que entre 35 % y 45 % de la fuerza laboral podría ser gig workers —personas contratadas para trabajar por proyectos y actividades puntuales—. Una de las preguntas que se ha venido discutiendo es cómo las organizaciones podrán lograr conectar a estos colaboradores con su propósito superior sin el vínculo laboral a largo plazo. Interesante pensar que tenemos que fortalecer la marca y reputación de manera que toque y conecte a los diferentes colaboradores, más allá del tipo de vínculo laboral.

Pero definir un propósito superior que represente y mueva a una organización, sus colaboradores y otros grupos de interés no es sencillo. Debe ser ambicioso, soñador y capaz de conectarnos a una sensación de que podemos cambiar el mundo. Hay una expresión en inglés, race to the top (carrera hacia la cima), que algunas compañías utilizan dentro de su estrategia; y tiene su lógica: ¿para qué hacer una carrera si no es para ganar, crecer y multiplicar el valor? Debe ser claro. Una aspiración estratégica que no sea fácil de entender o comunicar no sirve. Debe ser tangible o, con otras palabras, que se entienda cómo y cuándo puede lograrse. Debe provocar sentido de urgencia, esa sensación de que siempre tenemos que estar en las puntas de los pies. Y debe buscar impacto tanto en el negocio como en el entorno en el que opera. Hoy, más que nunca, necesitamos organizaciones que desarrollen su propósito superior, su aspiración estratégica, apuntando a transformar el mundo de manera colectiva y colaborativa con sus grupos de interés 

Agostinho J. Almeida

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