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Polombia

hace 5 horas
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Por Mateo Castaño Sierra - @matecastano

A finales de los ochenta, este país católico de 40 millones de habitantes estaba viviendo el enésimo momento convulso en una historia de por sí llena de violencia. Con una geografía tan maravillosa como maldita, lleno de talento abundante pero emigrante, este país vivió en agosto de 1989 un quiebre histórico. Y si el lector cree que estoy hablando de Colombia, debo corregirlo porque el país es Polonia. Asombran las similitudes ¿no?

Polonia fue el primer país del telón de acero que abandonó el comunismo. Si el muro de Berlín cayó en noviembre de 1989, la bandera de la “hoz y el martillo” fue desmontada en Varsovia tres meses antes. Pero, aunque Polonia salió primero del yugo comunista, no salió mejor. En 1990 el polaco promedio tenía un ingreso per cápita de $6,000 dólares, 70% inferior al de un japonés. Por comparar, el ingreso per cápita en Colombia entonces era de $5,000 dólares. Estando en Europa, Polonia abandonó el comunismo como si fuera América Latina.

Sin embargo, 35 años y sólo una generación después, la historia de Polonia es otra. El año pasado, en 2024, el país de Juan Pablo II certificó su milagro económico y superó a Japón en PIB per cápita. Tras sólo 20 años como miembro de la Unión Europea -y sin el euro como moneda- Polonia se ha convertido en la estrella económica de un continente estancado. La alguna vez pobrísima Polonia es hoy la quinta economía de la UE ¿cómo lo lograron?

Para sintetizarla, hay tres factores fundamentales. Por un lado, y aunque suene contraintuitivo, el régimen comunista puso las piedras del milagro. Aunque la organización comunista es por definición económicamente ineficiente, durante este periodo el régimen al menos cualificó a su población, erradicando el analfabetismo y graduando a cientos de miles de ingenieros, médicos, arquitectos y todo tipo de técnicos. Los comunistas dejaron un país pobre pero educado.

Ahora bien, todo ese pool de talento humano fue desaprovechado durante el régimen comunista: la gente estaba asignada improductivamente. De ahí el segundo factor clave: economía de mercado, estabilidad macroeconómica y desregulación. Una vez los fundamentales de la economía cambiaron, esa fuerza laboral cualificada pudo encontrar espacios donde sus habilidades fueran mejor aprovechadas. Es la razón por la cual un médico gana en Cuba una fracción de lo que gana su primo manejando Uber en Miami. No se trata sólo de educarse, sino de que el sistema donde florezca esa educación sea el correcto.

Finalmente, el tercer factor clave fue la Unión Europea, un club de 27 países que le dio acceso a Polonia a subsidios para infraestructura y a un mercado de 500 millones de consumidores. No obstante, otros países excomunistas de Europa del Este están en la UE y aun así no han alcanzado el mismo dinamismo. Además, los polacos tienen un idioma raro que no sirve para comerciar –a diferencia de Colombia, por ejemplo.

¿Qué puede aprender Colombia de Polonia? Muchas cosas. Pero sobre todo que el pasado no determina el porvenir. No hay desventaja insuperable. Una gran transformación puede ocurrir en una generación con voluntad, educación y libre mercado. Si Polonia pudo, Colombia puede.

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