viernes
8 y 2
8 y 2
El presente y futuro del sistema de transporte público más querido por los antioqueños, símbolo de grandeza, calidad de vida, bienestar y progreso, está en vilo.
El asunto trasciende las redes sociales y titulares de prensa, tiene que ver con lo que viven miles de usuarios que se mueven en el Metro: filas, fallas, largas esperas, suspensión del sistema y recientemente la imagen de unos jóvenes “colados”, que no pagaron el tiquete y que con esas acciones agreden el cuidado y la cultura de un bien público, indispensable y columna vertebral de la ciudad.
La realidad del Metro nos tiene que sacudir: su sostenibilidad financiera es preocupante. La pandemia afectó sus finanzas y esto dificulta la modernización de los trenes antiguos y la compra de vagones nuevos para las líneas A y B y el Tranvía, operación que tendría que concretarse en el 2025. El tamaño del faltante es de 500 mil millones de pesos.
A esta cicatriz se suma que la Alcaldía de Medellín le debe 150 mil millones de pesos. Estos recursos son para financiar el déficit en la operación de Metroplús y las cuencas 3 y 6 de los buses integrados. Si el Distrito no le paga es imposible responderles a los operadores de los buses integrados de Belén, Manrique y Aranjuez. Las consecuencias: problemas, el próximo año, en el normal funcionamiento de esos buses y del Metroplús en sus líneas 1 y 2. Todos perdemos.
Una alerta adicional: el Metro comparte su recorrido y porvenir con la suerte del río Medellín y sus riberas. La intensa temporada de lluvias convierte al canal del río en un tropel de agua a toda velocidad, al que vemos cada vez más cerca del borde. En 2014 la Universidad Nacional señaló que hay 84 puntos críticos de afectación del tren o las autopistas que corren paralelas, 47 están atendidos, y 13 nuevos han sido identificados en los últimos años. Hay que prevenir antes que lamentar y eso significa mantenimiento y recursos.
El Metro de Medellín es la institución pública más conocida por los habitantes de la ciudad y en los últimos 7 años, ha tenido una imagen favorable superior a 90% según Medellín Cómo Vamos. En un día laboral hace cerca de un millón de viajes, 9 de cada 10 de sus usuarios habitan viviendas de estratos 1, 2 y 3. Cuidarlo es una de las mayores apuestas sociales de esta ciudad.
Antes de prometer nuevos metrocables hay que actuar con coherencia y responsabilidad. Eso significa garantizar su sostenibilidad, blindar sus finanzas, respetar su plan maestro, pagar las deudas, darles un servicio de calidad a sus usuarios y conservar la cultura de cariño, respeto y pertenencia que hemos construido.
El mensaje de urgencia es para el Gobierno Nacional, Gobernación de Antioquia, Alcaldía de Medellín y Área Metropolitana porque la política, bien concebida y aplicada, debe ser para servir y no para servirse, transformar realidades, hacer que las cosas pasen. Querer es cuidar: ojo con el Metro.