Pico y Placa Medellín
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Este tema no puede dejarse en las conversaciones de pasillo. Como ciudad tenemos que ocuparnos y saber proteger a las personas que trabajan para esta industria.
Por Isabel Gutiérrez R., - JuntasSomosMasMed@gmail.com
Medellín ha sido capaz de desafiar su propia historia. Ha superado altísimos niveles de violencia que han dejado un profundo dolor. En medio de esta crisis renació una ciudad resiliente que hoy atrae a millones de turistas, artistas, y medios de comunicación que quieren conocer el milagro de Medellín. El crecimiento en el turismo es una oportunidad para situarnos en las conversaciones globales, para atraer inversión, para dinamizar la economía local, para nutrirnos e intercambiar con otras culturas, entre otros beneficios.
Esta nueva oportunidad no está exenta de riesgos, entre ellos la explotación de niños, niñas y adolescentes, y la trata de personas. Esto demanda acciones urgentes del gobierno y de organizaciones y ciudadanos que pueden tomar acción.
A comienzos de los 90, Medellín era una ciudad inviable, con una tasa de homicidios de cerca de 400 por cada 100.000 habitantes. En 1991 murieron asesinadas alrededor de 6.000 personas en la ciudad. En ningún lugar del mundo se tiene registro reciente de este nivel de violencia homicida. Hoy persiste una parte compleja de ese mundo criminal. En Medellín hay cientos de pandillas —o combos— regulando el escenario ilegal de la ciudad. Son posiblemente más de 10.000 personas vinculadas a estos grupos.
En medio de este mundo oscuro aparece otra Medellín a la que todos quieren conocer. Miles de personas llegan todos los años a ver una ciudad que seduce, con una amplia oferta cultural, hotelera y gastronómica, poco costosa comparada con las grandes ciudades turísticas, con un clima perfecto, y que acoge a los visitantes de una manera cálida y especial. Un sitio ideal no solo para turistas, sino para nómadas digítales e inversionistas. Crecimiento y desarrollo que nos viene bien a - casi - todos.
Como parte de este crecimiento, Medellín se está convirtiendo en un hub regional de la prostitución y la pornografía. No hay cifras oficiales, pero diversos análisis sugieren que Medellín es tal vez la ciudad con más webcamers del mundo. Esto sería poco cuestionable en general, si entendemos que quienes trabajan en el sector lo hacen de manera independiente.
Pero lo cierto es que la prostitución y la pornografía en Medellín son reguladas principalmente por organizaciones criminales, que esclavizan mujeres cuyas opciones de futuro son pocas. Muchas de ellas no pueden renunciar, pues no tienen capacidad de negociación con estas estructuras.
Este tema no puede dejarse en las conversaciones de pasillo. Como ciudad tenemos que ocuparnos y saber proteger a las personas que trabajan para esta industria. Esta Medellín que crece con el turismo, no puede reportar beneficios solo para unos y un costo tan alto para otros. Debemos prevenir el reclutamiento forzoso y la explotación ilegal, incentivando la denuncia. Debemos atender los traumas y afectaciones sobre la salud física y mental de las víctimas que fueron vulneradas y explotadas por esta industria, entre muchas otras acciones. Lo que sí creo, es que no nos podemos quedar callados y con los brazos cruzados frente a esta realidad.