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Columnistas | PUBLICADO EL 24 agosto 2021

Los derechos de las mujeres y los talibanes

Por María Clara Ospinaredaccion@elcolombiano.com.co

¡Hay miedo en Afganistán! Hombres y mujeres temen lo que les puede pasar con el triunfo de los talibanes. Todos se preguntan si serán forzados a regresar a las condiciones de vida impuestas por estos extremistas musulmanes durante su gobierno en la última década del siglo XX.

Volverán a patrullar pueblos y ciudades camionetas con talibanes armados con cables de goma para golpear y humillar a hombres y mujeres que, ellos consideran, están infringiendo su interpretación de la ley sharía o ley islámica. Los hombres eran azotados públicamente, simplemente, por no tener la barba del tamaño obligatorio. Las mujeres, por no tener la burka del largo requerido o por tener las uñas pintadas o por salir a la calle sin un “guardián”, o sea un miembro masculino de su familia.

¿Se prohibirá, otra vez, toda clase de música o canto, televisión o cine, reuniones sociales o bodas festivas con asistencia de hombres y mujeres? ¿Volverá a cubrirse el país del silencio demandado por los talibanes?

El regreso del gobierno talibán al poder es un duro golpe para la mujer afgana. Todos los derechos adquiridos en los últimos veinte años pueden ser suspendidos en un segundo. Sin miramientos, sin compasión, sin excepción.

Quizá las veamos, otra vez, usando la burka, Tal vez las niñas no puedan regresar al colegio, si son mayores de nueve años, ni mucho menos puedan las jóvenes continuar asistiendo a las universidades. Quizá no puedan regresar a sus trabajos, obtenidos con tanto esfuerzo.

Para las mujeres del mundo fue tranquilizante ver a las afganas desarrollar sus talentos como médicas, científicas, periodistas, escritoras, maestras, traductoras, artistas, policías, aun como políticas, trabajando en el gobierno y participando con su voto en las elecciones, inclusive como candidatas. En los últimos viente años fue emocionante verlas tratadas como seres humanos independientes y respetados, no como apéndices o esclavas de sus maridos. Pero todo esto, y mucho más, está ahora en juego.

En su primera rueda de prensa, luego de su retoma del poder, el mensaje talibán pareció ser esperanzador para los afganos, en especial para las mujeres. Calmadamente, Muajahid, jefe provisional del nuevo gobierno, afirmó: “Se respetarán los derechos de las mujeres, siempre y cuando estén en el marco de la ley islámica”.

Lo grave es que, según su extrema interpretación de la sharía, las mujeres no deben ni estudiar, ni trabajar, ni, mucho menos, salir a la calle, a menos de que estén acompañadas por un hombre, o “guardián”, de su familia.

De hecho, hay informes de que, en los pueblos, ya han sido cerradas escuelas y se ha prohibido a las mujeres salir a las calles. Inclusive se sabe que algunas jóvenes han desaparecido y otras han sido entregadas a los soldados para su “uso” como castigo por su descarrío en los últimos años. Hay poca garantía o esperanza para ellas. Los talibanes pueden convertirse en una tragedia para las afganas. ¡Hoy lloramos por ellas!

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