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La idea era crear un archipiélago de 300 islas que pudieran llegar a ser lujosas propiedades para algunas de las grandes fortunas del mundo, pero el resultado es que se convirtió en el complejo fantasma más inservible del mundo.
Por Lina María Múnera Gutiérrez - muneralina66@gmail.com
Esta es la historia de un megaproyecto fallido en el que se evaporaron 12.000 millones de dólares y que dejó un reguero de demandas, bancarrotas y deudas sin pagar. La idea era crear un archipiélago de 300 islas que pudieran llegar a ser lujosas propiedades para algunas de las grandes fortunas del mundo, pero el resultado es que se convirtió en el complejo fantasma más inservible del mundo.
Cuando hay necesidades, el ingenio se aguza y busca soluciones para maximizar los recursos. Pero cuando se tiene en exceso es fácil caer en el derroche y perder la noción no solo del dinero, sino de la realidad. Si a eso se le suma el afán por lo exclusivo, por tener aquello que nos separe en términos materiales a unos de otros, las condiciones están dadas para comprar quimeras.
Hace más de 20 años el jeque de Emiratos Árabes Unidos, con poca tierra y muchos petrodólares, lanzó la idea de crear estas islas artificiales que bautizó El Mundo, porque iban a recrear los siete continentes tal cual se ven en los mapas. El multimillonario interesado podía escoger la forma del país que más le gustara y luego construir lo que su excéntrico bolsillo le permitiera justo frente a las playas de Dubai.
El proyecto arrancó con fuerza porque ya tenían el ejemplo de La Palma, un conjunto de 4.000 casas donde viven cerca de 25.000 personas y en el que hay hoteles y restaurantes. Se enviaron las invitaciones para ser “dueños del mundo” a un grupo de 50 clientes potenciales y se les ofrecieron recorridos en yates y helicópteros para que vieran, o mejor imaginarán, los terrenos en los que se iban a gastar entre 15 y 50 millones de dólares. Y aunque no lo crean, El Mundo logró vender el 60% de sus islas sobre planos, y los artífices de la idea comenzaron a mover 321 millones de metros cúbicos de arena y 386 millones de toneladas de piedra.
Mientras tanto, los clientes iban desarrollando proyectos a cual más llamativo: los dueños de Irlanda planeaban reconstruir las típicas calles irlandesas con sus pubs y sus verdes colinas, un multimillonario chino tenía planes para recrear el horizonte arquitectónico de Shanghai en su isla, y un grupo empresarial quería convertir la suya, que tenía la forma de Somalia, en una escultura con forma de caballito de mar donde los residentes pudieran golpear pelotas de golf desde los balcones. La locura y el desenfreno estaban ya desbordados.
Pero llegó la crisis del 2008, todo se frenó y muchos perdieron lo invertido. Diez años después, como si nada hubieran aprendido, se retomó el proyecto con otro grupo de inversores a los que les pica el dinero, pero tampoco funcionó. A la fecha no se ha realizado ninguno de los planes previstos, la mayoría de islas están desiertas y peor aún, tienen signos de erosión.
Pensar que según datos del Banco Mundial 12.000 millones de dólares superan con creces el PIB de muchas de las islas, esas sí reales, que tenemos en el Caribe...