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Columnistas | PUBLICADO EL 08 mayo 2023

Lecciones administrativas de un lambón insigne

El éxito en un solo paso puede darse, pero por la naturaleza inusual de ello existe la probabilidad que haya sido el resultado del azar y no de una inteligencia privilegiada ni planificación excelsa.

  • Lecciones administrativas de un lambón insigne
  • Lecciones administrativas de un lambón insigne
Por Juan David Escobar Valencia
- redacción@elcolombiano.com.co

El quinto califa de la dinastía fatimí, al-Aziz Billah, expandió su reino en el siglo X desde Egipto hasta lo que hoy es Siria, y tal vez por esa expansión es que el sibarita califa se envició a las deliciosas cerezas de Baalbeck, la zona más fértil del actual Líbano.

Su “visir”, asesor político o ministro de alto rango, Ya’qub ibn Killis, quien había caído previamente en desgracia con sus superiores, había aprendido la lección de lo importante que es satisfacer los gustos de un jefe caprichoso. Por ello cuenta el historiador al-Maqrizi que en una ocasión, el complaciente visir decidió que 600 palomas mensajeras fueran enviadas desde Baalbek hasta El Cairo, 600 kilómetros de viaje, cada una cargando en una pata una bolsa de seda conteniendo una de las deliciosas cerezas para que el califa tuviera su postre favorito esa noche. Por su eficiencia administrativa y del manejo financiero del califato, y tal vez por complacer con regalos a su jefe, cuando su visir enfermó en enero del 991, el califa dijo: “¡Oh, Ya’qub! Si tu recuperación se obtiene gastando la riqueza, entonces estoy dispuesto a regalar toda la riqueza del estado. Y si tu vida se salva sacrificando cualquier vida, estoy dispuesto a sacrificar a mi propio hijo”. Con razón dicen los médicos que la cereza es tan saludable y tiene más propiedades que ciertos alcaldes.

Pero no estoy haciendo una apología de ser lambón ni reemplazar la efectividad laboral con regalos a sus superiores. Además porque a mí me encanta regalar y detesto que se prostituya esa hermosa costumbre, pues yo regalo por la felicidad que me da la posible alegría que podría significar para la receptora del regalo, y no por el cálculo de un retorno recíproco y simétrico.

La simpática historia del eficiente visir no me llamó la atención por el propósito de su acción, sino porque nos recuerda unas de las habilidades que un buen administrador debe tener. 1. Efectividad operacional de los recursos a pesar de la limitación funcional de ellos. 2. Comprensión de que las cosas no se logran normalmente de un solo paso, sino mediante la acción acumulada pero coordinada de múltiples acciones y esfuerzos. 3. Desconcentración del riesgo, que tienen los planes de una sola etapa. El éxito en un solo paso puede darse, pero por la naturaleza inusual de ello existe la probabilidad que haya sido el resultado del azar y no de una inteligencia privilegiada ni planificación excelsa.

Esto no es algo desconocido ni nuevo. Es tan antiguo que hace parte de la sabiduría popular que se manifiesta en sus refranes, como: “De grano en grano llena la gallina el buche”, “Piano, piano si arriva lontano”. Cuando alguien logra ser exitoso súbitamente, o volverse rico, puede ser por que sea un genio, que siempre han sido y serán pocos, pero muy probablemente es porque es un bandido, que desafortunadamente hay tantos y en cargos muy importantes.

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