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Columnistas | PUBLICADO EL 08 marzo 2022

Hablar o decir

En Latinoamérica hemos sido testigos de la diferencia entre hablar y decir. Donde prima la primero, el ambiente se carga de populismo y demagogia.

Por Juan David Ramírez Correa - columnasioque@gmail.com

Hace unos años escuché a Gustavo Petro en sus primeras de cambio en su carrera por la Presidencia, durante un típico debate donde los candidatos esbozan propuestas en contados minutos. Como era de esperar, Petro fue elocuente.

“Interesante lo que habló”, me dijo una persona al final de la intervención. No argumentó nada de lo que le pareció interesante.

Lo interpelé: “¿Interesante lo que habló o interesante lo que dijo? Porque hay diferencia entre lo uno y lo otro”.

“¿No es lo mismo?”, me cuestionó.

Le expliqué la diferencia entre hablar y decir. Si bien se mezclan en las conversaciones, por definición, hablar es el acto mecánico de emitir palabras y decir es manifestar un pensamiento argumentando con criterio racional. Se puede hablar mucho y no decir nada.

La persona entendió mi punto de vista. Aceptó que el hablar de Petro lo obnubiló. Un juego retórico casi embrujador.

No fue su culpa, fue el llamado don de la palabra y Petro lo tiene. El asunto es que, en la política, la palabra es potente o dañina. En Latinoamérica hemos sido testigos más de lo segundo, cargando el ambiente de populismo y demagogia.

El hablar de Petro trasiega esos terrenos.

Aristóteles, en La política, consideraba la demagogia como algo peligroso. Hace al gobernante proclive a perder el criterio de moderación y lleva su gusto hacia la arbitrariedad.

Revisé intervenciones de Petro. Escuché un ir y venir de palabras y adjetivos cargados de emocionalidad, que aprovechan el desengaño existente y, como un acto deliberado, se aprovechan del concurso amplificador de las redes sociales, donde se habla mucho y no se dice nada, generando grados de desinformación donde quedan sembradas las palabras.

Ejemplo. Hace poco, las palabras de Petro fueron: “En Colombia no hay democracia”. Quedaron circulando, obviando una consideración: Las pudo decir porque en el país hay libertad de expresión, algo posible si existe la democracia. Recuerdo, también, un fact check que hizo la columnista María Isabel Rueda a las afirmaciones del senador Petro durante un debate sobre el agro (https://bit.ly/3KmoGgH). Quedó bastante cuestionada la lógica histórica del congresista.

Lo cierto es que las palabras quedan ahí y bloquean la pregunta de fondo: ¿Qué quiso decir? No hay respuesta, no hay reflexión sobre la viabilidad de lo dicho y su efecto positivo para la sociedad.

El domingo son las elecciones de las coaliciones políticas y Congreso. Petro ganará su coalición y será candidato presidencial del Pacto Histórico, sin duda. Sin embargo, a partir del lunes inicia un nuevo camino con una baraja depurada de candidatos. Será el momento de escucharlos con mayor criterio, especialmente desde la defensa de la democracia y las libertades para no incurrir en el juego del hablar envolvente y populista, porque, como dice Fernando Savater, si eso nos atrapa, como ciudadanos, tendremos que asumir las consecuencias 

Juan David Ramírez Correa

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