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Por Mauricio Perfetti Del Corral - mauricioperfetti@gmail.com
Una de las bondades más importantes de la democracia es la posibilidad de elegir a nuestros gobernantes. Las próximas elecciones de alcaldes, gobernadores y los respectivos cuerpos colegiados, nos exige votar bien, es decir, a consciencia y responsablemente. Estas elecciones son especialmente importantes para el futuro de Medellín y Antioquia pues de acuerdo con los respectivos programas “Cómo Vamos” hay desafíos trascendentales que deben ser considerados tanto por los candidatos como por los votantes. El reto de Medellín es enorme después de la deficiente administración de Daniel Quintero, quien ha utilizado el gobierno local como plataforma para una eventual candidatura presidencial, mientras Antioquia requiere apuntalar la visión 2040.
Medellín tiene tres grandes retos: la primera infancia, la calidad de la educación básica y media y recobrar la confianza en la administración. Daniel Quintero hizo trizas la educación de Medellín al afectar programas tan importantes como “Buen Comienzo”, creado para atender la primera infancia, prioridad para esta década según la Misión de Sabios de 2019. Por tanto, la próxima administración deberá recobrar y fortalecer el programa de primera infancia; y, además, transformar la calidad de la educación pública básica y media, dados los pobres resultados de las pruebas Saber (debajo del promedio nacional). Esto es inaceptable para una ciudad que quiere ser reconocida como innovadora y receptora de nómadas digitales. “Medellín como vamos” (2023) igualmente mostró el deterioro y falta de prelación en la infraestructura educativa de la ciudad; este se constituye en un frente igualmente prioritario en 2024-2027 pues estudios del BID y la CAF muestran la asociación de ésta a la calidad educativa. Medellín requiere volver a tener secretarios de educación de la talla de Juan Luis Mejía. Por último, es necesario retomar ese trabajo interinstitucional, en donde confluyen estado, empresas, academia y tercer sector, para restablecer confianza, visión y acción colectiva.
De acuerdo con “Antioquia como vamos” (2023), hay varios retos importantes e inmediatos: los hogares que no tienen acceso a acueducto y alcantarillado han aumentado en los últimos años; la calidad de la educación básica y media también se sitúa por debajo de la del país (puntaje Saber 11), especialmente en zonas rurales. Además, la brecha en conectividad entre zonas urbanas y rurales es las más alta con respecto a los principales departamentos y la seguridad alimentaria es un tema crítico para una proporción importante de hogares del Bajo Cauca y Urabá, subregiones donde la pobreza señala las grandes brechas regionales del departamento. Por último, niñas y adolescentes afrontan alto riesgo de embarazo a temprana edad y a violencia sexual e intrafamiliar. Dicho informe muestra la prioridad de una Antioquia menos desigual entre subregiones, entre sus zonas urbanas y rurales, y entre hombres y mujeres.
Todo lo anterior exige que los nuevos gobiernos no padezcan el mal del actual gobierno central: baja capacidad de gestión pública, ineficaz ejecución presupuestal y falta de concertación. Los retos son grandes y esto exige nuevos liderazgos y nuevas visiones de ciudad y región.