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Lo mínimo que debemos exigir a los funcionarios que asumen cargos públicos es que actúen bajo una conciencia ética estricta.
Por Natalia Zuluaga Rivera - nataliaprocentro@gmail.com
Hace unos días leía la columna de un gran amigo, Aldo Cívico — De la mediación a la política—, quien, aludiendo al insensato actuar de los concejales en la calificación del personero William Vivas, puso las palabras perfectas sobre la mesa: el radicalismo ético, esa postura que debería ser asumida para una verdadera renovación política, la que pensamos se venía tejiendo en el nuevo y renovado Concejo de Medellín, pues solo 3 concejales de los 21 repiten curul.
Y es que la elección del Personero deja mucho qué desear frente a los concejales que prometieron ejercer el cargo para velar por los recursos públicos de quienes los eligieron y confiaron que su actuar sería intachable para el bienestar de los ciudadanos.
Calificar por encima de 8 puntos al personero William Vivas era avalar el desempeño de un personaje que durante 4 años dejó a un lado la vigilancia de quienes desempeñaron funciones públicas sin ningún escrúpulo en la administración de Daniel Quintero. Muchos de los concejales justificaron su actuar argumentando que fue un simple formalismo y esta etapa solo tenía un valor del 10%, pero lo que sí es cierto es que la entrevista evaluaba características personales del aspirante y las calidades requeridas para continuar desempeñando el cargo, criterios que obviaron los concejales, adheridos al “formalismo”, pero olvidando el apego a la ética del funcionario público.
Preocupa lo ocurrido luego de la renuncia de William Vivas. Según se observa en la norma, creería que algunos concejales desconocieron el artículo 6 de la resolución, pues, para sacar avante una calificación que favoreciera al aspirante Mefi Boset Rave Gómez, realizaron una recalificación en la entrevista, solicitada por éste último, para lo cual 18 concejales cambiaron sus puntajes de manera ostensible, como lo hizo uno que pasó de 3 a 10 puntos en la nueva calificación.
Cabe recordar que la resolución que convocó y reglamentó el concurso público de méritos para proveer el cargo de Personero de Medellín consagró: “Que en todas las etapas de la convocatoria se podrán corregir errores formales, ya sean aritméticos, de digitación, de transcripción o de omisión de palabras”, lo que no era el caso de Mefi Boset Rave Gómez, pues los concejales que recalificaron la entrevista solo expresaron razones de fondo para variar la puntuación sin que los errores obedecieran a errores formales.
A pesar de ser la etapa de entrevista de carácter clasificatorio y no eliminatorio, si era importante que el puntaje fuera superado por el aspirante, tanto que pusieron a ganar en la entrevista a quien había sido mal calificado inicialmente por la mayoría de los concejales. Me pregunto entonces, qué pasa si esta calificación no hubiera sido modificada por los concejales y el nuevo aspirante perdía la entrevista. Al no ser un error aritmético, ni de digitación, ni transcripción o de omisión de palabras, ¿podían los concejales hacer recalificación con un cambio de puntaje tan notorio? ¿no estarían ellos contrariando lo dispuesto en la resolución?
Es una obligación moral con quienes me leen revelar lo que pasa al interior del Concejo, y lo mínimo que debemos exigir a los funcionarios que asumen cargos públicos es que actúen bajo una conciencia ética estricta, un apego a la ley que les permita actuar con coherencia y transparencia ante quienes los eligieron: el Pueblo.
(Ver: Resolución MD 20232030000276. Fecha: 2023-07-10)