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Columnistas | PUBLICADO EL 25 junio 2022

El amanecer

Volví a pensar en la necesidad de la esperanza. Y en el país que en ese amanecer del veinte de junio despertó esperanzado y en la otra mitad, que amaneció aterrada.

Por Adriana Correa Velásquez - adrianacorreav@atajosmentales.com

Ay, amor mío, sé que estás cansada
Y yo te quiero acariciar la frente
Eres la tierra más adolorida
Pero eres grande, oh, dulce madre mía
Ay, amor, florecerá por fin aquí la primavera
Tierra mía, cosecharás los frutos de tu incansable labor

Se llama “El amanecer”. Edson Velandia y Adriana Lizcano son sus intérpretes. Desde Piedecuesta, Santander, lanzaron este canto a cinco días de las elecciones. Yo la escuché un día después del acontecimiento. Y con quienes la compartí esa mañana, lloramos.

Yo acababa de leer el último informe sobre salud mental publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) (World Mental Health Report. Ginebra, 2022) y mientras transcribía algunas de sus cifras pensaba en la contra para esta gran epidemia. Pensé en la esperanza. Esa misma que transmite esa canción de Edson y Adriana cuando a coro le susurran amor al país cansado y adolorido y le prometen a esta tierra, a su tierra, a la nuestra, frutos, flores, primavera y sol.

Pensé en los jóvenes, que, tal como dice el informe de la OMS, fueron unos de los más afectados por la pandemia, en ellos cayó el peso emocional del aislamiento y el acento de las estadísticas: las autolesiones en este grupo aumentaron, y en las mujeres esta conducta fue más pronunciada. Pensé en el suicidio en Antioquia y en el escalofriante dato —según el Instituto de Medicina Legal— de que cada día una persona se quita la vida. La OMS dice que en el mundo las tasas de suicidio han bajado. Sin embargo, en las Américas vamos en contravía: aquí han aumentado en diecisiete por ciento desde 2013. Y me silenció el hecho de que la mitad de la población mundial viviera en países en donde solo hay un psiquiatra por cada doscientas mil personas.

Volví a pensar en la necesidad de la esperanza. Y en el país que en ese amanecer del veinte de junio despertó esperanzado y en la otra mitad, que amaneció aterrada. Miré de nuevo las cifras de la OMS y allí decía que después de la pandemia los trastornos de ansiedad y depresión crecieron en el mundo un veinticinco por ciento. Revisé el programa de Gustavo Petro en su capítulo ofrecido a la salud y allí encontré una línea dedicada a la salud mental: “Realizaremos una estrategia de promoción, prevención y atención en materia de salud mental”. Volví a tararear ese canto utópico de Velandia y Lizcano e invoqué la esperanza para que esa línea se expanda y para que quien lidere esa cartera sitúe la salud mental en una categoría crítica. Ahora es más urgente que antes, cuando a la mitad de los colombianos se les fue el aliento con los resultados.

Y seguí tarareando utopías, preguntándome si no sería suficiente considerar la esperanza de medio país para que todos la tuviéramos.

Ay, amor, te miro ya sin guerra

Tierra mía, ya es el amanecer, mira pa’l sol

Adriana Correa Velásquez

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