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Columnistas | PUBLICADO EL 25 septiembre 2021

El alcalde y la cantante

Por ALDO CIVICOaldo@aldocivico.com

¿Qué pasa cuando invitas a enemigos a compartir una comida? Es el experimento que hicieron un corresponsal de guerra y un chef para una serie documental llamada: “Comer con el enemigo”. El concepto es simple: lograr que quienes fueron enemigos en un conflicto puedan superar prejuicios y ganar nuevas perspectivas. El ingrediente mágico de esta idea está en compartir una comida. Por supuesto, este debería ser el propósito de una comida: acercarnos, fortalecer vínculos comunitarios y hasta permitir encuentros improbables y conversaciones difíciles.

Me acordé del documental y pensé en la comida como metáfora de la reconciliación, cuando un amigo me compartió un video de una artista, quien, durante una presentación en uno de los restaurantes del chef Juan Manuel Barrientos, se negó a saludar al alcalde Daniel Quintero. La cantante fue despedida y eso, para mi amigo, fue una decisión terrible. “No entiendo cómo es posible que la hayan despedido. ¿El dueño de El Cielo no es tu amigo?”, me escribió. Miré el video donde la artista relata por qué se negó a saludar al alcalde, quien, además, supuestamente exigió su despido. Precisamente porque conozco bien a Juan Manuel Barrientos y la ética de su familia, me parecía imposible que cualquier político pudiera presionarlos a despedir a alguien. Tampoco me pareció oportuno que una artista, contratada para entretener a los clientes de un restaurante, se negara a saludar a quien se le acerca, aun si no comparte las ideas y las actuaciones de esta persona. Quienes leen con regularidad mi columna saben que no tengo simpatías por las prácticas políticas y administrativas del alcalde Quintero. Pero, como me ha enseñado mi abuela desde que era pequeño, el saludo pertenece a los ángeles y por eso no se le niega a nadie. Las malas actuaciones del otro no tienen por qué volverme un malcriado.

Finalmente, el episodio fue aclarado por la misma organización de El Cielo. El alcalde no había ejercido ninguna presión y la decisión fue tomada por la gerente del restaurante, Sara Barrientos, porque “la cantante no había actuado bajo la filosofía de servicio bajo la cual trabajamos en nuestra organización”. Pero el episodio también nos invita a una reflexión más amplia sobre las divisiones profundas que hoy marcan nuestra sociedad y que finalmente nos están deshumanizando. ¿Podemos aún considerarnos sociedad cuando nos relacionamos como enemigos, desconociendo así al otro?, ¿todavía conservamos nuestra humanidad cuando prevalece la enemistad en nuestras acciones, palabras, y emociones? Es al deshumanizarnos que perdemos la oportunidad de una confrontación y crítica sana, eficaz, necesaria; nos negamos la oportunidad de evolucionar y, en lugar de eso, nos volvemos protagonistas de nuestro mismo declive.

De hecho, ¿no sería una sociedad triste aquella donde un restaurante llegara a servir solo a las personas con las cuales comparte ideas e ideologías? Un restaurante es quizás hoy uno de los raros espacios donde entramos en contacto con la heterogeneidad de una sociedad, donde podemos mezclarnos entre diversos, intercambiar una mirada y un saludo, gracias a uno de los actos más humanos y nobles que existen: disfrutar y compartir una comida. Buon appetito!

Aldo Civico

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