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La crisis de la V República

Hoy, con una Asamblea que se reparte entre izquierda, derecha y ultraderecha, Macron no puede estabilizar su administración.

hace 3 horas
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  • La crisis de la V República

Por David E. Santos Gómez - davidsantos82@hotmail.com

El hombre que encandiló a Francia atraviesa su peor hora. En el 2017, con 39 años, Emmanuel Macron se presentó como la figura disruptiva e independiente que cambiaría radicalmente al Elíseo. Con su partido, En Marcha, se convirtió en el presidente más joven de la V República y anticipó un revolcón a un sistema atormentado por la crisis económica, la migración y la debilidad de Europa. Pero las cosas no han salido según sus promesas. Ocho años después, su gobierno se hunde en la incertidumbre y su liderazgo es incapaz de sortear los retos de una nación fragmentada. En el último año Francia ha sufrido la caída de tres primeros ministros (siete en total para esta presidencia) y se cierran los caminos para lograr un acuerdo con otros partidos políticos.

Francia se sostiene en un confuso equilibro institucional en el que el presidente es el jefe de Estado y el primer ministro se ocupa, principalmente, de los asuntos internos de la nación. La convivencia, sin embargo, es cada vez más compleja entre las dos figuras, pues la división en el legislativo lleva a las diferentes colectividades a exigir acuerdos imposibles. Hoy, con una Asamblea que se reparte entre izquierda, derecha y ultraderecha, Macron no puede estabilizar su administración. Y sin consenso, no hay gobierno posible.

Macron saltó a la palestra hace más de una década, primero como el joven genio ministro de economía de François Hollande, y luego como una opción presidencial de centro que, ante las amenazas de los extremos de izquierda y derecha, cautivó a la ciudadanía y triunfó en las urnas.

Luego, en el poder, jugó cartas arriesgadas que lo distanciaron del pueblo. Sus reformas fiscales (que priorizaban al mercado), de pensiones (que aumentaba la edad para la jubilación) y, posteriormente, la inestabilidad de su gabinete, lo llevaron a una encrucijada que parece no tener solución: los cambios necesarios para que siga en el poder dependen de los políticos que quieren su caída.

Para una buena parte de los franceses el desorden actual es la prueba de que su particular sistema democrático debe ser renovado. ¿Es hora de buscar una VI República?

La crisis de Macron llega cuando Francia pretende abanderar la renovación de la Unión Europea y en momentos en los que el repliegue nacionalista de Estados Unidos obliga a Bruselas a profundizar sus inversiones en defensa. París quiere ser el faro que guíe el discurso de la OTAN, pero la revuelta al interior de sus fronteras dificulta la estabilidad de un discurso de política exterior.

Los partidos de extrema izquierda y extrema derecha, que jalonan desde el legislativo la crisis del ejecutivo, se oponen al liderazgo del presidente y harán todo lo que esté en sus manos para acelerar su caída.

Una Francia débil es una mala noticia para la unión del continente, justo cuando Moscú, Pekín y Washington redefinen las normas de la geopolítica al cierre del primer cuarto del siglo XXI.

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