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Y acabaron con el progreso

El mundo y las relaciones internacionales creo que siguen de mal en peor, para atrás. El cangrejo es el crustáceo distintivo de los tiempos actuales.

hace 23 minutos
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  • Y acabaron con el progreso

Por Juan José García Posada - juanjogarpos@gmail.com

La palabra progreso tenía poder inmenso de seducción. Significaba un ideario noble y convincente. Definía en las ideologías y la política unas actitudes inteligentes, mesuradas, providentes y promisorias. “El progreso es el nuevo nombre de la paz”, era el lema de la gran encíclica de Paulo VI en 1967 sobre la justicia social. Ser progresista era distintivo del ciudadano comprometido con el avance hacia un estado superior en lo material y lo espiritual. Pero de un tiempo a esta parte de la historia el progreso y el progresismo fueron entrando en decadencia y descrédito por la apropiación indebida que perpetraron facciones urgidas por imponer un modelo errático de gobierno y manejo del poder. Este país aporta un ejemplo lastimoso que a veces parece irreversible.

El progreso que se proclama en las finalidades del actual partido de gobierno nada tiene que ver con adelanto, avance, evolución, crecimiento, mejora, cambio y demás sinónimos. Por obra y desgracia de la ineficiencia y otros motivos archiconocidos pasó a confundirse con los antónimos, como retroceso, involución, barbarie, retraso, incultura, descenso, y hasta hecatombe. Tal vez por esa inversión del progreso haya quienes, no se cuántos, hoy en día no se atreven a denominarse progresistas, ni mucho menos a evocar los años en que se declaraban muy satisfechos con profesar el progresismo y respaldarlo en sus propuestas y proyectos de transformación. Y así mismo, la sapiente carta encíclica de Paulo VI fue archivándose hasta pasar casi al olvido, como si no hubiera sido la expresión avanzada del pensamiento social cristiano, como seguimos creyéndolo unos cuantos convencidos casi solitarios e ilusos.

La encíclica Populorum Progressio apareció en el contexto geopolítico de la guerra fría y la tremenda desigualad económica entre el Norte y el Sur. Fue promulgada al año siguiente de la clausura del Concilio Vaticano Segundo, con la crítica frontal del modelo neoliberal de desarrollo basado sólo en el crecimiento económico. El desarrollo integral y la solidaridad internacional debían ser las nuevas finalidades, con base en la justicia social.

El mundo y las relaciones internacionales creo que siguen de mal en peor, para atrás. El cangrejo es el crustáceo distintivo de los tiempos actuales. Y por supuesto, los movimientos ideológicos más retardatarios y destructivos se apoderaron del progreso como palabra clave de sus intenciones y estrategias. Tal es el caso verificable en este país, donde, a propósito, el Partido Conservador se acomodó a la supresión de la vocación progresista que aceptó en aquella época, se dejó arrebatar el progreso como cualidad esencial de su ideología y su doctrina y más temprano que tarde se diluyó en la nebulosa de la política claudicante. ¿Dejó el progreso de ser el nuevo nombre de la paz? Cómo es que los progresistas auténticos se dejaron despojar de su emblema, su propósito ideológico y su fuente de estrategia política por los artífices falaces del cambio regresivo hacia la barbarie?

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