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La Casa Blanca insistió en que la decisión responde a la revisión de sus intereses en el exterior y al apoyo a otros países.
Por David E. Santos Gómez - davidsantos82@hotmail.com
La guerra de Ucrania no va a terminar prontamente. Luego de más de tres años de conflicto las posibilidades de negociación mediadas por Washington están en duda. Los últimos combates, de finales de junio y principios de julio, tanto por iniciativa rusa como por respuesta de Kiev demuestran un incremento considerable en la actividad militar. Más lanzamientos de misiles, mayor interceptación de drones, mayores noticias de ciudades y civiles afectados. Más muertos.
El conflicto sigue su rumbo y las posiciones de los bandos no ceden. Vladimir Putin insiste en que cualquier tipo de negociación debe reconocer la realidad en el terreno que hoy significaría la cesión de enormes cantidades de tierra ucraniana, no sólo en el oriente, en la zona del Donbás -por donde inició el conflicto en el ya lejano febrero del 2022- sino incluso en amplísimos terrenos del sur y suroriente. Por supuesto, las partes parecen reconocer (unos felices y otros a regañadientes) que la península de Crimea, anexada en el 2014 por Rusia, es definitivamente parte de la federación dirigida por Putin.
Las últimas jornadas de negociaciones -según información pública en la que siempre cabe la duda sobre acuerdos confidenciales- no mostraron progresos. “No hay avances”, dijo Trump decepcionado después de hablar por más de una hora, telefónicamente, con el ruso. Al mismo tiempo los titulares del mundo informaban de la planeación de Corea del Norte para enviar hasta 30 mil soldados nuevos al campo de batalla para apoyar al Kremlin. Los europeos, que cedieron a las exigencias de Washington y aumentaron considerablemente su gasto en defensa para fortalecer a la OTAN, anunciaron su preocupación por la disminución de envíos de armamento americano para los suyos. La Casa Blanca insistió en que la decisión responde a la revisión de sus intereses en el exterior y al apoyo a otros países. Está claro que el envío de cientos de miles de millones de dólares a Zelensky se desaceleró.
Aunque la relación entre los presidentes de Ucrania y Estados Unidos bajó su temperatura desde la tenebrosa reunión de abril en el Salón Oval, aún dista mucho de ser una de complicidad absoluta como aquella que existió hasta el año pasado cuando gobernaba Biden. Podría decirse que hoy es una amistad formal, distante, y Kiev necesita mucho más que eso.
La realidad de los mapas de la guerra revela que los avances del ejército ruso son consistentes y sostenidos. Tan solo el fin de semana Moscú hizo varios ataques masivos con el envío de más de setecientos drones de los cuales Ucrania pudo interceptar una gran cantidad pero que terminó por matar a cinco personas, herir a veinte más y obligó a refugiarse en bunkers a miles. Según dijo Ucrania el asalto más fuerte se mantuvo por 13 horas seguidas. Moscú embistió también con misiles de crucero y balísticos. Los golpes fortalecen a Rusia que sabe que este ha sido un buen año para sus intereses.