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Columnistas | PUBLICADO EL 07 septiembre 2020

Cacofonía escolar

Por Enrique López Encisoealopezen@gmail.com

En el mundo, después del confinamiento, la reapertura de las escuelas y colegios (y también de las universidades) se ha vuelto un verdadero rompecabezas. No es fácil conciliar entre los riesgos de las lagunas de aprendizaje y los de salud. Se han propuesto varias salidas para resolver el problema, toda una cacofonía. Algunos desean que los establecimientos escolares (y los campus de las universidades) sean abiertos para que haya clases presenciales. Estas se darían a cursos pequeños, se multiplicarían los salones de clases y se aplicarían estrictas normas de distanciamiento y de desinfección. Los mayores de 10 años deberán portar mascarillas.

Para el caso de la educación básica y media muchos sindicatos de profesores no están de acuerdo con esas soluciones y plantean que irán a la huelga porque peligra su vida y la de los estudiantes. Puede darse también que sean los padres los que se opongan. En muchas partes se renunció a las clases presenciales y las escuelas se han concentrado en mejorar la enseñanza a distancia. Para apoyar esta última, en Corea y otros países, se ha llamado a profesores en el retiro para auxiliar a los estudiantes con dificultades.

El problema en los países en desarrollo es que no se cuenta con el recurso de una buena comunicación digital. El acceso a internet es muy limitado y se corre por esto con otro riesgo, el de agravar las desigualdades. Ante esa realidad algunos países, como México, optaron por una solución muy práctica y a la mano, la educación por televisión. De forma totalmente desafortunada, ni siquiera se cuenta con ese recurso en algunos países, como por ejemplo en Kenia, donde, ante las dificultades, las autoridades decidieron simple y llanamente anular el año escolar. Todos los estudiantes tendrán que repetir. En Colombia, como en el resto del mundo, no está clara la solución y hay muchas diferencias entre las partes involucradas. Para los sindicatos de profesores no están dadas las condiciones para el retorno y prefieren no volver a las aulas. En contraste, para un grupo muy importante de académicos y agrupaciones de padres, que hasta hace poco se oponían a la apertura, ahora hicieron conocer una carta con sus peticiones, y consideran urgente volver a la presencialidad. Los padres están percibiendo el retraso en la educación de sus hijos y, algo que es bien importante tener en cuenta, las secuelas psicológicas que les está dejando el confinamiento. Especialmente complicada la situación para la educación pública y las escuelas rurales que han sufrido en carne propia las limitaciones de la virtualidad en un país como el nuestro.

Pase lo que pase, lo seguro es que para los estudiantes que en todas partes están viviendo esa situación, el 2020 será un año difícil de olvidar porque les puso patas arriba la vida. No se sabe cuál será el resultado sobre ellos. Puede, como dicen algunos analistas, que sea una generación especialmente reacia al riesgo, caracterizada por su desconfianza y su sentido de la injusticia. También puede pasar que sean personas destacadas por su resiliencia, su independencia o su espíritu emprendedor. La generación covid, eso es seguro, ha vivido una experiencia que le dará cohesión y tendrá una marca de agua que la distinguirá para siempre, como a de los baby boomers.

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