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Columnistas | PUBLICADO EL 22 enero 2022

Berlusconi busca la presidencia a pesar del bunga bunga

Por Jason Horowitz redaccion@elcolombiano.com.co

Por Jason Horowitz

redaccion@elcolombiano.com.co

A principios de este mes, Silvio Berlusconi estaba sentado en la mesa del comedor de su mansión con su novia —quien es más de medio siglo menor que él— y con un aliado político de toda la vida. Mientras se daban un festín con un soufflé de calabaza y tagliatelle de trufa, el millonario exprimer ministro italiano de 85 años se dedicó horas a hacer llamadas telefónicas a una lista de legisladores distantes, a quienes intentaba convencer de que, la próxima semana, lo elijan presidente de Italia.

“Estamos formando el partido Bunga Bunga y te queremos con nosotros”, recordó que le dijo Berlusconi a Christian Romaniello, exdiputado del partido antisistema Movimiento 5 Estrellas, refiriéndose a las bacanales desbordadas de carácter sexual que Berlusconi llamaba simplemente “cenas elegantes”. Según Romaniello, Berlusconi agregó después: “Pero llevaré a las señoras”.

La presidencia de Italia, la posición de jefe de Estado del país, es un cargo de siete años que, por lo general, ocupa un personaje de integridad y solemnidad intachables y cuya influencia emana de su autoridad moral. El presidente actual, Sergio Mattarella, es un estadista sosegado cuyo hermano fue asesinado por la mafia. Otro contendiente es Mario Draghi, el primer ministro en turno y titán de la política europea que ha llevado al país a un periodo de estabilidad inusual.

Y luego está Berlusconi, quien a pesar de su reciente mala salud, su semblante pálido y su debilitada situación política, se esfuerza con osadía para llegar a un puesto cúspide para su carrera que, él espera, borre décadas de escándalos (que, sus aliados aseguran, son injustos), y para reescribir su legado. Eso requerirá mucho trabajo.

Están los innumerables procesos legales; las investigaciones por vínculos con la mafia y sobornos a legisladores; la condena por fraude fiscal; la prohibición de ejercer cargos públicos; la sentencia que lo obligó a realizar servicio comunitario en un asilo de ancianos; la utilización de su imperio mediático para obtener réditos políticos; la utilización de su gobierno para proteger a su imperio mediático; las conversaciones grabadas de los invitados a sus fiestas que mostraban las dimensiones caligulescas de sus episodios de libertinaje bunga bunga; su relación cercana con el presidente de Rusia, Vladímir V. Putin, quien le regaló una cama enorme; su descripción de Barack Obama como “joven, guapo y bronceado”; la comparación que hizo de un legislador alemán con un guardia de campo de concentración; el divorcio de su segunda esposa, quien se separó de él, aparentemente, porque estaba saliendo con una joven de 18 años.

Es un currículum poco ortodoxo.

Como es su costumbre, está usando todas las palancas a su disposición para lograr la mayoría requerida —505 votos— en la votación secreta que realizan los legisladores para elegir al presidente y que inicia el lunes.

Pero Berlusconi también está levantando el teléfono y usando el encanto mientras aumenta el nivel de sus regalos de Navidad de corbatas a pinturas al óleo con marcos dorados. Está haciendo todo lo posible para convencer a los miembros reacios de su alianza de que lo apoyen y persuadir a suficientes rezagados de que pueden contar con él.

La candidatura de Berlusconi es poco probable, pero, en cualquier caso, la posibilidad de que el retrato con el rostro color mandarina de Berlusconi cuelgue en las aulas de las escuelas y en las oficinas públicas del país ha incitado amenazas de manifestaciones a nivel nacional y un llamado a los viejos puestos de batalla liberales.

A pesar de lo poco idóneo que Berlusconi parece ser para ocupar el cargo de jefe de Estado, sus aliados argumentan que los italianos lo eligieron varias veces, que los jueces que lo persiguieron durante décadas estaban motivados por circunstancias políticas y que se trata de un hombre de negocios brillante y hecho a sí mismo que construyó un imperio.

Sus aficiones desmesuradas y el uso egoísta del poder incitaron una reacción violenta que sentó las bases e hizo crecer al enorme Movimiento 5 Estrellas, el partido antisistema cofundado por el comediante Beppe Grillo, quien de nuevo se refirió burlonamente a Berlusconi como un “enano psicótico”.

El Movimiento 5 Estrellas llegó al poder en 2018 como el principal partido de Italia y el respaldo a Berlusconi disminuyó. Pasó a un segundo plano frente al ascenso de figuras nacionalistas, primero Salvini y luego Meloni. Berlusconi criticó al Movimiento 5 Estrellas, a cuyos integrantes llamó buenos para nada e incompetentes y señaló que eran una amenaza para la democracia. Desdeñó sardónicamente su característico plan de bienestar universal. Dijo que su estructura de poder era comunista.

Pero ahora Berlusconi y los buenos para nada se necesitan mutuamente.

Berlusconi prometió de manera explícita que si gana la presidencia mantendrá la legislatura actual, dijo que el plan de renta básica universal era bueno para los pobres y llenó de regalos a sus antiguos rivales.

El equipo de Berlusconi promete que él resistiría y que, como siempre, hablará por sí mismo.

“No voy a decepcionar a quienes han confiado en mí”, dijo Berlusconi  

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