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Columnistas | PUBLICADO EL 27 noviembre 2020

Alostasis. Su cerebro no es para pensar

Por Lisa Feldman Barrett

La historia de la evolución de ese centro de comando que es el cerebro de los seres humanos, con frecuencia pasa por alto una idea clave: el trabajo más importante de su cerebro no es pensar; es manejar los sistemas de su cuerpo para mantenerlo vivo y sano. De acuerdo con hallazgos recientes en neurociencia, incluso cuando su cerebro produce pensamientos y sentimientos conscientes, están más al servicio de las necesidades de administrar su cuerpo de lo que cree.

Y en tiempos estresantes como ahora, esta curiosa mirada a su vida mental podría ayudar a disminuir sus ansiedades.

Gran parte de la actividad de su cerebro ocurre fuera de su conciencia. En cada momento, su cerebro debe averiguar las necesidades de su cuerpo para el siguiente momento y ejecutar un plan para satisfacer esas necesidades de antemano. Por ejemplo, cada mañana, al despertar, su cerebro anticipa la energía que necesitará para arrastrar su adormilado cuerpo fuera de la cama y comenzar el día. Inunda de forma proactiva el torrente sanguíneo con la hormona cortisol, que ayuda a que la glucosa esté disponible para obtener energía rápidamente.

Su cerebro maneja su cuerpo usando algo así como un presupuesto: rastrea recursos como el agua, la sal y la glucosa a medida que los gana y los pierde. Cada acción que gasta recursos, como levantarse, correr y aprender, es como un retiro de su cuenta. Las acciones que reponen sus recursos, como comer y dormir, son como depósitos.

El nombre científico del presupuesto corporal es alostasis. Significa predecir y prepararse automáticamente para satisfacer las necesidades del cuerpo antes de que surjan. Piense en lo que sucede cuando tiene sed y bebe un vaso de agua. El agua tarda unos 20 minutos en llegar al torrente sanguíneo, pero se siente menos sediento en cuestión de segundos. ¿Qué alivia su sed tan rápidamente? Su cerebro lo hace. Ha aprendido de experiencias pasadas que el agua es un depósito para el presupuesto de su cuerpo que lo hidratará, por lo que su cerebro saciará su sed mucho antes de que el agua tenga un efecto directo en su sangre.

Pero esta explicación presupuestaria de cómo funciona el cerebro puede parecer menos natural si se trata de ver su vida mental también como una serie de depósitos y retiros. Cada pensamiento que tiene, cada sentimiento de felicidad, enojo o asombro que experimenta, cada amabilidad que extiende y cada insulto que soporta o entrega son parte de los cálculos de su cerebro, ya que anticipa y presupuesta sus necesidades metabólicas.

Esta visión del cerebro tiene muchas implicaciones para la comprensión de los seres humanos. Muy a menudo, por ejemplo, nos concebimos a nosotros mismos en términos mentales, separados de lo físico.

Sin embargo, en términos de presupuesto corporal, esta distinción entre mental y físico no es significativa. La ansiedad no causa dolor de estómago; más bien, los sentimientos de ansiedad y los dolores de estómago son ambas formas en que el cerebro humano da sentido al malestar físico. No existe una causa puramente mental, porque cada experiencia mental tiene sus raíces en el presupuesto físico de su cuerpo. Ésta es una de las razones por las que las acciones físicas, como respirar profundamente o dormir más, pueden ser sorprendentemente útiles para abordar problemas que tradicionalmente consideramos psicológicos.

Cuando un pensamiento desagradable aparece en su cabeza, como “No puedo soportar más esta locura”, hágase preguntas sobre el presupuesto corporal. “¿Dormí lo suficiente anoche? ¿Estoy deshidratado? ¿Debo dar un paseo? ¿Llamar a un amigo? Porque me vendría bien un depósito o dos en mi presupuesto corporal”.

Esto no es un juego semántico. Se trata de darles nuevo significado a sus sensaciones físicas para guiar sus acciones.

No estoy diciendo que pueda chasquear los dedos y disolver una profunda miseria, o eliminar la depresión con un cambio de perspectiva. Estoy sugiriendo que es posible reconocer lo que su cerebro está haciendo realmente y sentirse reconfortado. Su cerebro no es para pensar. Todo lo que evoca, desde pensamientos hasta emociones y sueños, está al servicio del presupuesto corporal. Esta perspectiva, adoptada con criterio, puede ser una fuente de resiliencia en tiempos difíciles.

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