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El desarrollo en Antioquia es desigual. Regiones como el nordeste antioqueño no tienen las mismas posibilidades que las regiones cafeteras”.
En días pasados el gobernador Aníbal Gaviria comentó acerca de tres mitos que se han creado contra Antioquia. En este mismo sentido, vale la pena referirse a tres retos que tiene el departamento en el inmediato futuro: el aumento de la pobreza por efecto de la pandemia; el desarrollo desigual entre las regiones y, por último, la desigualdad en el ingreso.
Si bien el departamento no presentó un aumento en la pobreza monetaria superior a la de todo el país, las cifras absolutas son preocupantes. Según las últimas cifras disponibles del Dane sobre pobreza, durante el 2020 en Antioquia 311 mil personas más se hundieron en la pobreza y 232 mil personas en la pobreza extrema. Sin duda, atacar el aumento de pobreza debe ser una prioridad a corto plazo en el departamento. Esto es de particular importancia dados los efectos desastrosos del covid-19 en el mercado laboral. La tasa de desempleo del departamento pasó de 11,2 % en 2019 a 15,9 % en 2020, al tiempo que la tasa de ocupación pasó de 55,5 % a 50,4 %; ambas tasas del 2020 son, respectivamente, la más alta y la más baja de por lo menos los últimos once años.
El desarrollo en Antioquia es desigual. Regiones como el nordeste antioqueño no tienen las mismas posibilidades que las regiones cafeteras. Mientras el cultivo del café, por ejemplo, irriga grandes beneficios a las economías locales y a pequeños y medianos productores, no sucede igual con otras actividades agropecuarias y mineras de esa región; además, la minería ilegal la afecta severamente. El Censo Agropecuario del Dane (2014) mostró que las zonas rurales del departamento enfrentan el peso de la transición demográfica, lo cual se expresa en un envejecimiento acelerado de su población que provoca restricciones severas en cuanto al relevo generacional, fenómeno acentuado por la migración de jóvenes a zonas urbanas en busca de mayores oportunidades. Por esta razón, transformar la educación media y el Sena, y el emprendimiento rural, entre otras, se vuelven tareas urgentes en estos contextos de desarrollo desigual y falta de oportunidades para los jóvenes.
Ese desarrollo disímil del departamento se expresa en alta desigualdad; de acuerdo con la última medición disponible del Dane (2020), si bien el coeficiente Gini (con el cual se mide la desigualdad: más cerca a cien, mayor desigualdad; más cerca a cero, menor desigualdad) calculado para Antioquia aumenta, es inferior al total nacional; sin embargo, solo tres departamentos, en su orden: La Guajira, Chocó y Huila, tienen dicha medida de desigualdad por encima del departamento, así como Bogotá.
Ya un informe reciente del Pnud (2021) ha mostrado los efectos negativos que la desigualdad tiene en el desarrollo. Bien es sabido que la generación de empleo y oportunidades es fundamental para reducir la pobreza.
Antioquia tiene, pues, el desafío de enfrentar la mayor pobreza con más empleo e inversión. La alta desigualdad y el desarrollo disímil entre regiones requerirá políticas y programas dirigidos a las zonas más atrasadas y pobres, así como promoción de redes y acción colectiva de diversos actores y sectores