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Una buena forma de conmemorar un día como estos, año a año, es preguntarnos cuántas nuevas conversaciones sin apasionamientos estamos provocando frente al tema, y más aún, cuánta conciencia colectiva estamos generando.
Por Alejandro Noguera C. - alejandronoguerac@gmail.com
Trabajo para una institución que lleva casi veinte años dedicada a la causa de atender dos temas críticos para el mejor funcionamiento del aparato empresarial colombiano: el entrenamiento en las mejores prácticas de gobierno corporativo en instituciones de toda naturaleza, y la promoción de la equidad de género en las juntas directivas.
Como parte del conjunto de iniciativas enfocadas en esos dos fines, recientemente fui invitado a participar de “Proyecto H”, un programa enfocado únicamente hacia hombres, con el objetivo de dotarlos de herramientas que fortalezcan su rol en Juntas o Consejos Directivos, y sensibilizarlos sobre su papel en prácticas que promuevan la diversidad, la equidad y la inclusión, particularmente en materia de género, al interior de las organizaciones.
El inicio de una conversación sobre estos temas con veinte hombres resulta, en principio, un espacio inquietante: se preguntarán muchos, no sin razón, si no es contradictorio provocar una conversación sobre diversidad en un espacio tan homogéneo. Sin embargo, el curso de las conversaciones que fueron provocando testimonios de mujeres con perfiles y trayectorias valientes y admirables, y con las discusiones cada vez más niveladas y serenas que dichos testimonios generaron, descubrimos que lo importante en materia de equidad es asumir que, si bien el puerto de llegada deseable es participar de una misma conversación, para llegar allá debemos recorrer un camino en el que, con el grado sano de distancia y perspectiva que requieren los asuntos importantes, hombres y mujeres analicen por separado las causas que nos han llevado a provocar una segregación injusta y torpe, qué prácticas pueden contribuir a solucionarla, y qué tipo de responsabilidad debemos asumir todos en la construcción de soluciones.
A propósito de la conmemoración del día de la mujer, que provoca tantas visiones encontradas asociadas a la interpretación y manejo que se le da a la fecha en diferentes ámbitos, creo que este espacio es un escenario adecuado para destacar todos los esfuerzos desarrollados en ese camino, y para celebrar que, a partir del reconocimiento de diferencias entre hombres y mujeres que existen y que son innegables, podamos encontrar consenso en el valor de identificar aquellos puntos en los que somos iguales. Lo creo también adecuado para exaltar el esfuerzo valioso de mujeres y hombres que, como iguales, han reconocido la necesidad de abrir espacios para generar entornos más justos y equitativos.
Pese a poder reportar avances notables en materia de participación de las mujeres en instancias de gobierno corporativo, seguimos encontrando hoy unos indicadores de participación razonablemente bajos, y lejos aún de la meta ambiciosa de conseguir al menos un 30% de participación femenina en ámbitos de gobierno corporativo. Por eso una buena forma de conmemorar un día como estos, año a año, es preguntarnos cuántas nuevas conversaciones sin apasionamientos estamos provocando frente al tema, y más aún, cuánta conciencia colectiva estamos generando. Quizás la acción afirmativa más efectiva en esa materia consista en obligarse a provocar y participar de conversaciones que, aunque en una primera instancia pueden resultar incómodas, a la larga terminan conduciendo a puertos felices y prósperos no solo para unos, sino para todos.