viernes
0 y 6
0 y 6
El sudor escurre en sus frentes, apenas logran recuperar el aliento para hablar. A algunos sin soltar la bicicleta los rodean con cámaras, micrófonos y preguntas que nada tienen que ver con su oficio: ¿por qué no persiguieron?, ¿qué opina del desempeño de otros?
Preguntas de quien no se ha puesto zapatillas en chocles. Inquietudes que desinflan a estos sabios pedalistas que, aunque tienen mucho para decir, dedican poco tiempo para contar. Con afán televisivo viene la retahíla comercial: refrescos, operadores de líneas celulares, lo que poco importa.
La actividad de estos gigantes es imposible de resumir en 20 segundos al aire. Su elocuencia no va en palabras. Va en la imagen que proyectan: su actitud. Merecen documentales completos que expliquen cómo se gestó su voluntad, una humildad de ese alcance, o la sencillez que situaciones adversas y el trabajo en equipo construyen.
Ellos anhelan preguntas para explicar de dónde sacan valentía para enfrentarse a sí mismos, justicia para esforzar y descansar su cuerpo, humanidad para cortarle el viento a un coequipero, templanza para mantener el ímpetu sin importar clima o topografía, sabiduría para abandonar o atacar el pelotón, y trascendencia para su pequeñez y la grandeza de su voluntad.
Habiendo cruzado la línea de meta, sueñan preguntas que les permitan no resumir el 1 % del tiempo invertido en carrera; mejor el 99 % del tiempo dedicado a su preparación. Preguntas que respondan a quienes sueñan seguir sus pasos. Transmitir la forma como encontraron las motivaciones para ser los que son. Para sortear las dificultades de la infancia y cómo encontraron argumentos para enorgullecerse de su origen.
Las cámaras los siguen por paisajes de Francia que dejan un sinsabor de economía aspiracional: cultivos uniformes y mecanizados, castillos medievales, montañas y árboles de pincel impresionista. Imágenes que dan contexto al centroide de la historia: los deportistas. Esos héroes que condensan dentro de sí grandes ilusiones. Esbeltos, oscilan entre 59 y 65 kg buscando eficiencias en Watts por kg (W/kg): la potencia que entrega cada kg de individuo.
En sus armaduras de licra ajustada a la piel para combatir la fricción saben algo. De existir un instrumento que mida lo que ellos cultivan sería necesario medir la valentía, la justicia, la humanidad, la templanza, la sabiduría, y la trascendencia en la misma bandeja. Ni en los mejores centros de investigación lo han logrado.
No existe oficio profesional que cultive mejor las virtudes que este deporte. Y quien no acepte esta fuerte afirmación, que se atreva a mencionar a un ciclista mentiroso, ocioso, egoísta, o que no sepa trabajar en equipo.
El Tour de Francia 2020 permitió enaltecer el trabajo de 10 colombianos que representan lo que se aloja en la diversidad de la identidad nacional. Esa capacidad de reponerse con altura al desastre que Rigo sufrió hace un año. El humor para superar un accidente que le puso fin al debut y la promesa de victoria de etapa de Higuita (un escorpión). La constancia para lograr la victoria de Superman López, la que quizás haya sido por topografía y ritmo de carrera, la carrera más difícil en la historia del ciclismo nacional.
Incluso, este Tour permitió presenciar la humildad y la valentía de Egan, quien le entregara a su país un año atrás, la camisa amarilla que nunca tuvo. La que hizo sentir a todos familia cuando saludó de beso y santiguando a su familia.
Este Tour ofreció la cordura para reconocer que cuando el cuerpo no responde, se le escucha. Michal Kwiatkowski, su coequipero, lo resumió así: “la posibilidad es lo que nos mantiene firmes. No la garantía. Nadie es un campeón para siempre. Y esa es la belleza del deporte. Nos repondremos. También Egan”.
El liderazgo se logra cultivando virtudes. No aptitudes.
Pd: Que esta columna no sea motivo para dejar de lado la relevancia del deporte femenino y su alcance.