En el primer gobierno de izquierda, los paros de tres sindicatos (Colpensiones, maestros y MinTrabajo) parecen irónicos, dado que suele asociarse con la defensa de los trabajadores.
“En casa de herrero, azadón de palo”, le cuestionaron los sindicatos del Ministerio del Trabajo a la ministra Gloria Inés Ramírez por su doble discurso sobre las condiciones laborales de los trabajadores y por no cumplir el pliego de peticiones que acordaron.
“Colpensiones no está preparada para la transformación que se propone... La tecnología es obsoleta para lo que la reforma pensional demanda”, alertó el sindicato Sintracolpen al presidente de la entidad, Jaime Dussán, quien le recriminan despidos sin justa causa y persecución sindical.
“Hundir la reforma a la ley estatutaria de la educación es la meta”, con esta consigna la Federación Colombiana de Educadores (Fecode) avivó la presión en las calles hace unas semanas, tras el fallido acuerdo entre el Ejecutivo, sindicato y partidos.
Con estos tres momentos que se han presentado en los últimos dos meses, el Gobierno Petro se enfrenta a la fuerza que ejercen los sindicatos en el país, los mismos que apoyaron a Petro a subir a la Presidencia, pero que hoy la exigen por sus incumplimientos.
“¿Cómo se explica que en el primer gobierno de izquierda tres sindicatos, el de Colpensiones, el de los maestros, y, algo irónico, el del Ministerio del Trabajo, estén en paro? ¿La izquierda no representa primordialmente a los trabajadores?”, se preguntó Mauricio Olivera, vicerrector de Los Andes y expresidente de Colpensiones.
¿Se rompe la relación Petro - sindicatos?
El economista y docente Alejandro Barrera, magíster en Economía y Finanzas, experto en mercado laboral, consideró que huelgas, paros y marchas son una representación más de lo que define a este Gobierno durante su periodo.
“Discursos sin profundidad práctica y técnica e ineficiente gestión y materialización de ideas, resumidas en una aparente improvisación en cada intención, acción y propósito, siendo el peor compañero para la administración pública”, sostuvo.
También planteó que, en un contexto político donde los sindicados han sido una fuerza social de apoyo a este Gobierno, este tipo de situaciones comienza a tensionar y resquebrajar su gobernabilidad, y pone de manifiesto el incumplimiento de promesas al interno del Gobierno, incluso a sus grupos más cercanos, aumentando la desconfianza de su gestión.
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Incluso, sindicatos con la CGT le han reclamado a Petro que no se apropie de las luchas de la clase trabajadora por décadas como la salud pública, pensión y trabajo digno.
Barrera insistió en que los gobiernos tienen unos respaldos políticos, ideológicos y sociales que con el transcurrir del periodo se va desgastando, especialmente cuando no existen cambios profundos, donde el discurso supera la acción.
“A pesar de esos respaldos, cuando existen potenciales políticas que afectarían directamente a estos grupos, modificando sus condiciones, se desnuda realmente el conflicto de interés de apoyo al Gobierno, en una lógica de “cambios si, pero manteniendo mis beneficios”.
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Sumado a lo anterior, Barrera señaló que los cambios materializados en reformas políticas tienen el enorme reto de madurar las instituciones públicas involucradas, desvelando que es utópico proyectar hacia afuera, sin revisar primero internamente las condiciones y capacidades instaladas.
Por último, señaló que la acción sindical debería ser neutral y objetiva a los gobiernos, porque los derechos laborales en el marco del trabajo decente fueron concebidos sin importar la posición de izquierda o derecha, “siendo un punto de reflexión profunda para los sindicatos del país: ¿están ideologizando su accionar sindical?”.
Reclamos y estigmas
En medio de estos reclamos al Gobierno Petro, Óscar Arturo Orozco, miembro de la Junta Nacional de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), consideró que el principal desafío del movimiento sindical en Colombia es la estigmatización, incluso persecución.
A esto le agregó que el Estado no ha logrado salvaguardar los derechos de los trabajadores, ni el Ministerio de Trabajo cuenta con las herramientas para hacerlo, ni la Justicia para fallar en procura de fortalecer las organizaciones de los trabajadores.
“Un país sin sindicatos fuertes es un país con una democracia débil y una estructura laboral inequitativa”, alertó Orozco.
A pesar de estos retos y desafíos, Juliana Morad Acero, directora del Observatorio Laboral de la Universidad Javeriana, detalló que la tasa de sindicalización es el sector público es más alta que en el privado gracias a normas que regularon la negociación colectiva en este sector.
Además, planteó tres hipótesis: “somos un país de medianas y pequeñas empresas y el sindicalismo es un fenómeno de las grandes”. Segundo, existe una desconfianza hacia el sector sindical, especialmente entre los trabajadores más jóvenes, quienes “no se ven representados en el sindicalismo”.
Tercero, las dinámicas laborales han cambiado con trabajos cada vez más temporales y remotos, lo que no se alinea con el sindicalismo tradicional. Finalmente, Morad Acero subrayó la “cultura antisindical que tanto existe en Colombia” como una barrera significativa.
